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La Reserva Natural Villavicencio cumple 20 años y opera con turnos y cupos limitados

Esa amplia superficie del departamento Las Heras, atravesada por los famosos Caracoles de Villavicencio -ruta provincial 52- que con sus 365 curvas que serpentean entre los cerros constituye un atractivo que por sí encaja en los parámetros del nuevo turismo de lugares abiertos y naturales, que se pueden recorrer durante la pandemia.


La Reserva Natural Villavicencio, en el norte de Mendoza, cumple 20 años y pese al coronavirus acepta visitas con turnos y cupos a sus atractivos naturales, arqueológicos e históricos distribuidos en las 72.000 hectáreas de monte, cardonal y puna que conforman este sitio Ramsar, incluido en esa convención internacional de protección de humedales.

La Reserva es hogar de más de 320 especies de flora y unas 250 de fauna, entre las cuales se encuentran cuatro monumentos naturales provinciales: el guanaco, la mara -también llamada “liebre patagónica”, el cóndor andino y el suri cordillerano, junto a dos especies en peligro de extinción, que son el gato andino y águila coronada.

Las atracciones de la reserva

El área de Villavicencio que incluye al antiguo hotel de las termas locales fue declarada Reserva Natural Protegida por la provincia de Mendoza en septiembre de 2000, y en 2017 fue registrado como Sitio Ramsar por la convención internacional creada en la ciudad iraní que le da el nombre, para la protección de humedales de importancia mundial.

Otros galardones son su inclusión en la Red de Refugios de la Fundación Vida Silvestre, la declaración de interés educativo por el Programa de Educación Ambiental de Mendoza, y ser considerada Santuario de Cóndor Andino en la Red Estratégica de Conservación de esa especie de la provincia, junto a la Bioandina.

El interés inicial y principal de los turistas que la visitan son las instalaciones del antiguo hotel, que ahora se conocen como “La casita del agua”, y la capilla aledaña, junto a experiencias de trekking arqueológico, cabalgatas y mountain bike por varios senderos, en todos los casos con observación de flora, fauna y vistas panorámicas.

Para adaptarse al contexto sanitario actual, sus responsables establecieron un protocolo de turnos y cupos, sólo para turismo interno mendocino, con circuitos señalizados en una sola dirección, para evitar la cercanía entre los visitantes, sólo por los principales atractivos: los jardines del hotel, la capilla y los senderos de interpretación vaquerías.

Los visitantes deben adquirir un ticket anticipado, de manera online (en www.rnvillavicencio.com.ar), que tienen que exhibir en su teléfono en el acceso a la Reserva, donde se les toma la temperatura y deben completar una declaración jurada sobre su situación.

También se diseñó un circuito autoguiado, en un solo sentido, en el que el turista puede seguir las pautas de circulación mediante un folleto que se le entrega en la entrada, junto a un mapa del recorrido, lo que se complementa con la cartelería instalada en todo el trayecto.

El predio pertenece Aguas Danone Argentina y la responsable de la reserva, Silvina Guidici, manifestó que en estos 20 años, “además de la conservación, preservación e investigación, (la empresa) centró su esfuerzo en la recuperación del patrimonio histórico y cultural”.

Dentro de la Reserva hay restos de instalaciones jesuíticas, como hornillos de fundición; el Monumento de Canota, que data de 1930 y marca el punto donde se dividió el ejército de San Martín en su campaña libertadora; hallazgos de Darwin de 1835, y un bosque de araucarias fósiles.

Guidici mencionó tareas realizadas para “la mejora constante y sostenimiento del Monumento de Canota, la restauración de la fachada completa del Hotel Villavicencio y de la Capilla, la generación de senderos y mejoras en el centro de interpretación Vaquería, y la reactivación del Parador Villavicencio con una propuesta más saludable y acorde al lugar”.

La Reserva Natural Villavicencio es uno de lugares más elegidos por quienes visitan la provincia por las variadas actividades que ofrece y la posibilidad de contacto con la biodiversidad del lugar.

Antes de la pandemia de Covid-19, el promedio de visitantes mensual, entre las temporadas baja y alta, era de unas 8.000 personas, tanto entre visitas turísticas como las educativas.

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