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Muere el represor Vergez: La obsesión con la esposa de una de sus víctimas y su responsabilidad en la desaparición de Gallego Soto

El 12 de abril de 2024, falleció en el Complejo Penitenciario de Bouwer, Córdoba, el represor Héctor Pedro Vergez, quien cumplía condena a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar en Argentina.
Vergez, conocido por su rol en el centro clandestino de detención La Perla, fue una figura siniestra del terrorismo de Estado. Durante las décadas posteriores a la restauración democrática, circuló con impunidad hasta que en 2011 fue llevado a juicio.

Durante el proceso judicial, el Tribunal Oral Federal Nº 5 lo juzgó por las desapariciones del empresario Julio Gallego Soto, el funcionario Juan Carlos Casariego de Bel y el militante del ERP Javier Coccoz. También se lo acusó del secuestro de Cristina Zamponi, pareja de Coccoz, y su pequeño hijo, quienes fueron los únicos sobrevivientes.

En una entrevista realizada en 2004, Vergez se jactó de haber creado La Perla y describió la tortura como una «pugna psicológica sutil». Además, admitió haber sentido una obsesión por Cristina Zamponi, a quien frecuentó llevándole misivas de su compañero desaparecido.

El historial criminal de Vergez incluye su participación en el Comando Libertadores de América, la versión cordobesa de la Triple A, y su responsabilidad en la desaparición y asesinato de numerosas personas, como Susana Luna y Marcos Osatinsky.

Tras la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, Vergez fue arrestado en 2006 y condenado a prisión perpetua. Su muerte pone fin a una vida marcada por el horror y la impunidad, pero deja abiertas las heridas de las víctimas y sus familiares.

LA HISTORIA DE JULIO GALLEGO SOTO, OTRA DE SUS VÍCTIMAS

Julio Gallego Soto fue una figura clave en la historia argentina, cuya vida se vio trágicamente truncada durante la última dictadura cívico-militar. Su historia se entrelaza con momentos cruciales de la política argentina, incluyendo un encuentro secreto entre Juan Domingo Perón y Ernesto «Che» Guevara.

Nacido en Zamora, España, Gallego Soto llegó a Argentina de niño y desarrolló una profunda conexión con el peronismo. Durante el primer gobierno de Perón, se desempeñó como asesor económico financiero del ministro de Salud, Ramón Carrillo. Mantuvo una estrecha relación con Perón durante su exilio en Madrid, siendo reconocido por el propio líder peronista como miembro de su círculo cercano.

Fue testigo del único encuentro entre Juan Domingo Perón y Ernesto «Che» Guevara en 1964, en Puerta de Hierro, Madrid (España). La reunión fue secreta y Gallego Soto fue testigo directo de ese hecho histórico. Su íntimo amigo Alberto López así lo afirmó y así lo consignó Rogelio García Lupo en un artículo publicado en Clarín el 11 de octubre de 1998.

El 24 de octubre 1967, quince días después del fusilamiento de Guevara, Perón emitió un extenso mensaje que decía “Con profundo dolor he recibido la noticia de una irreparable pérdida para la causa de los pueblos que luchan por su liberación. Quienes hemos abrazado este ideal, nos sentimos hermanados con todos aquellos que, en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier bandera, luchan contra la injusticia, la miseria y la explotación (…) Hoy ha caído en esa lucha, como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el Comandante Ernesto Che Guevara. Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el mejor: un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento. La profunda convicción en la justicia de la causa que abrazó, le dio la fuerza, el valor, el coraje que hoy lo eleva a la categoría de héroe y mártir”.

Al final, la carta decía: “El peronismo, consecuente con su tradición y con su lucha, como Movimiento Nacional, Popular y Revolucionario, rinde su homenaje emocionado al idealista, al revolucionario, al Comandante Ernesto Che Guevara, guerrillero argentino muerto en acción empuñando las armas en pos del triunfo de las revoluciones nacionales en Latinoamérica».

En 1976, ese hombre, Julio Gallego Soto, quien fuera testigo del encuentro entre Perón y Guevara, un hombre austero que se quedó a vivir en la Argentina que lo había acogido a los 9 años y que, a los 62, se convirtió en un detenido desaparecido del represor Héctor Pedro Vergez. Su hijo Víctor contó que, cuando lo detuvieron por unas horas tres semanas antes del secuestro, le sugirió a su padre que quizá era mejor que se fuera al extranjero. La respuesta de mi padre fue terminante: “Yo de acá no me voy. No tengo nada que ocultar”.

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