Salud

Una alternativa económica y eficaz para la detección del parásito que produce la Toxocariosis

Investigadores de distintos organismos nacionales desarrollaron una técnica y un protocolo que permiten aumentar la sensibilidad para diagnosticar al parásito que produce esta enfermedad que se transmite de animales a humanos y afecta principalmente a niños pudiendo dejarlos ciegos.


La toxocariosis es una enfermedad parasitaria que se transmite de animales a humanos y puede presentarse sin síntomas o, en algunos casos, hasta producir ceguera. “Los principales parásitos causales de esta zoonosis son Toxocara canis y Toxocara cati, los cuales se alojan en el intestino de perros y gatos. Allí, producen huevos que son eliminados al ambiente a través de la materia fecal de estos animales”, señaló el doctor Gabriel Avila, quién trabaja en el Laboratorio Provincial de Zoonosis de San Juan perteneciente al CONICET.

“Luego de un proceso de maduración en el ambiente, los huevos del parásito evolucionan al estadio infectivo para el humano, el cual se contagia al ingerirlos”, explicó Avila, quien agregó que “una forma de contagio habitual se da en parques, zonas de juego y areneros donde, sobre todo los niños y niñas, juegan con tierra o arena infectadas con estos parásitos y luego se llevan las manos a la boca”.

Para mejorar la disponibilidad de las herramientas de diagnóstico que permitan a las provincias, los municipios y los laboratorios prevenir y detectar mascotas, plazas y parques infectados con estos parásitos, el equipo de investigación de Avila desarrolló una técnica mucho más económica y eficaz que las que se encuentran en el mercado actual. “Se trata de un producto de la ciencia argentina, adaptado a las necesidades y a la realidad nacional”, valoró el biólogo molecular.

“La microscopía óptica es la técnica más habitual, pero puede resultar poco útil cuando se la utiliza en estudios epidemiológicos ambientales, ya que según la cantidad de huevos presentes puede no detectarlo y dar un falso negativo. Nuestra técnica tiene muy buena sensibilidad, requiere del equipamiento básico de cualquier laboratorio y cuenta con protocolos adaptados a técnicas sencillas que redujeron un 80 por ciento el valor habitual”, destacó el experto en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM.

En este trabajo, publicado en la revista Parasitology del Cambridge University Press, los investigadores utilizaron una técnica similar a la de una PCR, pero simplificada. “Nosotros -detalló Avila- precisamos amplificar una porción de material genético disponible del parásito para realizar la detección. Mediante la reacción de amplificación isotérmica mediada por bucle -conocida por su sigla en inglés LAMP-, se logra el objetivo sin requerir equipamientos caros que suelen utilizarse en técnicas de biología molecular”.

“Con esta técnica y los protocolos artesanales que desarrollamos -que evitan el uso de kits comerciales que, en algunos casos, rondan los cinco mil dólares-, se podría detectar a las dos especies (T.canis y T.catis) con la misma reacción. Actualmente, cada reacción cuesta cerca de ocho dólares -16 dólares para las dos especies-, con esta alternativa el costo se reduce a un dólar”, comparó el doctor Avila.

Una enfermedad con severas consecuencias

Según estudios realizados en la Ciudad de La Plata y en la Provincia de Chaco, la prevalencia de infecciones por toxocariosis en niños y adultos del país oscila entre el 19,5 y 38,9 por ciento, con variaciones según la región estudiada. “El diagnóstico ambiental y las medidas de prevención temprana son fundamentales para evitar daños mayores”, alertó Avila.

Una vez que se produce la infección, en la gran mayoría de los casos, no se presentan síntomas inmediatos, pero esto no quita que el parásito siga oculto en el cuerpo haciendo daño. “A veces -advirtió el investigador-, la toxocariosis puede asociarse con complicaciones, como trastornos alérgicos en la piel o a nivel neurológico, que posiblemente incluyan retrasos cognitivos o del desarrollo en los niños”.

“La sintomatología dependerá del camino que tome el parásito. Por ejemplo, si va al ojo, cuando el cuerpo lo detecta, desencadena una respuesta inmune tan fuerte que, aparte de matar al parásito, afecta al ojo y puede causar ceguera. Esto puede suceder tiempo después de producida la infección”, ejemplificó el investigador.

“Lo mismo puede suceder si esto se da en el cerebro, lo que puede derivar en casos de convulsión o de meningitis. Muchas veces los médicos no encuentran a qué se debe el problema, porque no se trata de los patógenos o bacterias características y, para cuando llegan al diagnóstico, el daño es grande. Por eso, es fundamental la detección ambiental para activar medidas de prevención y desparasitación de los animales de la zona y evitar el contagio en humanos”, subrayó Avila.

“Este trabajo fue realizado a través de una colaboración público-privada entre el Laboratorio Provincial de Zoonosis del Ministerio de Salud Pública de San Juan localizado en la Universidad Católica de Cuyo, con la colaboración de la Fundación Mundo Sano, el Instituto de Microbiología y Parasitología Médica (UBA-CONICET), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Castelar y la Facultad de Veterinaria de la Universidad Nacional de La Plata”, concluyó el investigador.

Fuente: Agencia CTyS (Magalí de Diego) 

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