Salud

¿Predadores o presas? Un análisis sobre cómo entrenamos nuestros huesos

El Centro de Estudios de Metabolismo Fosfocálcico comenzó analizando las relaciones entre la resistencia de los huesos y el papel de la musculatura. Fue el primer laboratorio del mundo que propuso calificadores que son indicadores.


La estructura de los huesos está controlada por un sistema retroalimentado que mantiene su rigidez adecuada a los esfuerzos habituales, y es por eso que se puede adaptar la distribución espacial de su tejido a las mini-deformaciones inducidas, con el objetivo de mejorarla en respuesta a la actividad física. Un equipo multidisciplinario compuesto en el seno del Centro de Estudios de Metabolismo Fosfocálcico (CEMFoC), que depende de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, ha descifrado que el ejercicio puede tanto rigidizar como flexibilizar distintos huesos, dependiendo del entrenamiento al que esté habituado.

El CEMFoC fue fundado por el Área de Salud 8 del Gobierno de la Provincia de Santa Fe en 1987, para funcionar en el ámbito del Hospital del Centenario. Desde su creación tuvo el financiamiento de la UNR, el CONICET y la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnología. “Los primeros estudios que realizamos fueron de tipo metabólico. Se desarrolló un método sencillo para evaluar las funciones de las glándulas paratiroides, cuya medición directa era demasiado cara por entonces”, recuerda José Luís Ferretti, miembro fundador de este centro de estudios.

Más adelante, esta dependencia se dedicó a analizar las relaciones entre la estructura, la resistencia de los huesos y el papel de la musculatura. Es así que fue el primer laboratorio del mundo en proponer el uso de calificadores que funcionan como indicadores, para diagnosticar la resistencia ósea en forma no-invasiva (tomográfica), y para calificarla según la relación entre las masas del hueso y del músculo.

Últimamente, ha extendido estas investigaciones a partir de la asociación con expertos del Instituto Universitario Gran Rosario (IUGR), con el cual la UNR tiene un convenio marco, y del Centro de Evaluaciones Médico-Deportivas (CEMeDep) de la Secretaría de Salud Pública de la Provincia de Santa Fe, constituyendo el Centro de Estudios Biomecánicos Ósteo-Musculares (CEBOM). El equipo de investigación está compuesto por José Luís Ferretti, Ricardo Capozza, Gustavo Cointry, Laura Nocciolino, Sergio Lüscher, Nicolás Pilot, Leandro Pisani, y por la Titular del CEMeDep, Romina González.

El fin de la investigación es estudiar las relaciones entre músculos y huesos en condiciones especiales. “Se analizan deportistas de élite de distintas disciplinas, asociando los datos tomográficos con mediciones de la fuerza de la musculatura que afecta a los huesos estudiados. De esta manera, se pudieron profundizar las investigaciones sobre el mecanismo que regula automáticamente la eficiencia mecánica de la estructura de los huesos, llamado ‘mecanostato óseo’, que se encarga de mantener un grado razonable de resistencia a la fractura en todos los vertebrados”, sostuvo Ferretti.

Empleando esta asociación metodológica para el estudio particular del peroné humano, se ha podido establecer recientemente que el mecanostato no sólo provee una protección contra las fracturas, sino que también controlaría otras propiedades óseas, que no están vinculadas obligatoriamente a su resistencia, pero sí a otras pertenencias que tienen que ver con la aptitud de cada especie portadora para triunfar en la lucha por la supervivencia.

Una de las observaciones más notables ha sido la diferente respuesta del peroné al entrenamiento en carrera y en fútbol. “En los futbolistas, como se podría suponer, el peroné se engruesa; pero en el caso de los corredores, al contrario de lo que se pensaba, se adelgaza. Esto provoca que se reduzca su resistencia a la fractura. Vale aclarar que el peroné es un hueso al que la inmovilidad parece no afectar, a diferencia de cualquier otro”, explicó el médico traumatólogo Sergio Lüscher.

Sin embargo, los investigadores analizaron exhaustivamente esta situación, concluyendo que el engrosamiento del peroné en los futbolistas es correlativo con la robustez propia de los peronés de especies ‘predadoras’, como por ejemplo los felinos, que necesitan aferrarse fuertemente al suelo con sus garras, gracias a movimientos producidos por los músculos insertados en ese hueso.

Mientras tanto, también se puede determinar que el adelgazamiento de este hueso está directamente vinculado con la delgadez propia de los peronés de las especies ‘presas’. Un ejemplo de esto son las gacelas, que se defienden de sus predadores saltando al mismo tiempo que corren. “La eficiencia de ese salto depende del almacenamiento elástico de energía por el peroné, en el que también se insertan los músculos involucrados, como sucede con un arco al disparar una flecha”, ejemplificó Pilot.

Para llegar a esta conclusión, se examinó un número de aproximadamente sesenta varones y mujeres. “Se pudo verificar que el entrenamiento en fútbol rigidiza al hueso en la región donde se insertan los músculos que provocan rotación del pie, mientras el entrenamiento en carrera lo flexibiliza. “Creo que, sin el aporte de todos los grupos asociados, no habríamos podido realizar todos estos análisis. Cada uno aportó un enfoque complementario para el desarrollo de esta investigación”, comentó Romina González.

Este comportamiento diferencial de especies que, en términos evolutivos, son cercanas entre sí, sugiere que el peroné humano (y seguramente otros huesos) puede adaptarse tanto a la vida engrosándose o adelgazándose, de acuerdo con la clase de entrenamiento a que se lo someta, independientemente del riesgo de fracturarse. “Esta demostración concreta de la doble condición adaptativa de un hueso, que probablemente sea consecuencia de la conservación de genes de especies cercanas en el genoma humano, nos ha permitido proponer que las adaptaciones de la estructura de los huesos que provee el mecanostato podrían no sólo responder a la necesidad de resistir fracturas, sino también al desarrollo de aptitudes colaterales, que resultan más vitales que la integridad misma del esqueleto”, resumió José Luís Ferretti.

La osteoporosis es una enfermedad que afecta a los huesos y está provocada por la disminución de la masa ósea que lo forma. Como consecuencia de ello, el hueso es menos resistente y más frágil de lo normal, tiene menos resistencia a las caídas y se fractura con relativa facilidad tras un traumatismo. Este hallazgo producido por los investigadores desafía el diagnóstico corriente de los distintos tipos de osteoporosis y fundamenta el empleo de ejercicios diseñados para reforzar la estructura ósea en regiones críticas.

Fuente: Argentina Investiga – Universidad Nacional de Rosario – Facultad de Ciencias Médicas

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