Destacada Opinión

NACIÓ EL NUEVO 17 DE OCTUBRE

La carga emotiva que se reflejó este viernes -feriado nacional- a lo largo y ancho del país fue inmensa. Reinaron los colores de la Patria, y bajo el más radiante sol de principios de septiembre. Los argentinos y las argentinas marcharon hacia sus plazas locales, seccionales políticas, costaneras o -epicentro del caos mediante- la mítica Plaza de Mayo.

La República Argentina tocó fondo. Y esto se dejaba entrever desde hace años. Ahora, y bajo lo fagocitado por un fiscal de la Nación, se acentuó. De aquí no se deben dejar de lado a los periodistas, empresarios y políticos porque de ahí se fragmenta gran parte del hastío social que anida en distintos sectores concentrados. El odio es algo que se elabora, día a día, a través de distintas prácticas. Aun así, todo el arco político debe ceder, definitivamente, para que Argentina salga a flote de este insoportable hundimiento institucional.

Es por ello que diversos voceros llaman a este viernes como el Nuevo 17 de Octubre, por la significancia de la(s) marcha(s) ocurrida(s) en todo el territorio nacional. Esta vez para evidenciar un claro dejo institucional que fue develado por un hombre de origen brasileño y de apenas 35 años. Lo de el sujeto en cuestión es anecdótico, como el arma empleada, sus cinco balas y la inmadurez a la hora de gatillar.

Es inadmisible reflexionar sobre lo que sucede con la justicia en el país. De larga data y para ambos espectros de la política. Y totalmente asemejado en lo que vivió Latinoamérica, traduciéndose en la implicancia del Lawfare. Antes, cuando la tecnología radiante no era tal, se buscaban y se perpetraban golpes de estado y bombardeos a estructuras sociales y con transeúntes a los alrededores merodeando como dicta toda cotidianeidad. Hoy, la premisa es otra. El poder político, mediático y judicial busca proscribir a los principales referentes de la política criolla y latina, armando causas e inhabilitando bienes. Golpe de estado camuflado bajo la licencia del siglo XXI.

Después de casi dos días del intento de magnicidio sobran las personas que descreen de lo sucedido, y hasta se dan el lujo de hablar de que todo fue una obra de teatro. Desde civiles, pasando por tuiteros, y llegando a dirigentes políticos. La racionalidad lesionó el sensible músculo de la empatía. “Nunca vi el arma y no me di cuenta de que me habían querido matar”, declaró la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner ante la jueza Capuchetti.

Según fuentes oficiales, más de quinientas mil personas colmaron las calles porteñas para decir “Nunca más” -sumadas a las que se suscitaron en el interior del país-. Así fue que, para este insignificante autor, nació el Día de la Lealtad. Pero en este caso elevado al cuadrado. De este modo, se debe dejar de lado la palabra “peronismo”, ya que participaron del repudio colectivo sectores de la izquierda y de derecha: ambas acérrimas oposiciones al Ejecutivo.

El llamado es uno solo, y es el de refrescar los atroces antecedentes que Argentina porta en su psiquis. Los hechos de esta calaña califican como imposibles dentro del marco democrático y, sumado a ello, se realza el compañerismo de los distintos y distintas referencias del mundo (entre ellos el Papa Francisco).

¿Qué país tendríamos hoy, si la pistola se hubiera disparado en uno de los dos intentos? Posiblemente una guerra civil. Sin dudas CFK porta consigo un ángel de la guarda -¿Néstor quizá, o el Diego?- que la abrazó en ese momento crucial.

Lo cierto y palpable es que la vicepresidenta de la Nación sigue caminando entre los terrenales. Y como ella misma lo señala frecuentemente, la va a absolver la historia.

Deja un comentario