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Bonadio, de la servilleta de Corach a emblema del lawfare contra Cristina Kirchner

La turbulenta historia del juez federal que falleció a los 64 años, luego de ocupar un lugar clave en Comodoro Py durante más de 26 años. Sus arbitrariedades, sus causas judiciales y sus vínculos políticos.


Al juzgado de Claudio Bonadio le decían “la Embajada”: ahí no regía el derecho argentino. El dato sirve para entender más de dos décadas de Bonadio como juez y condensa una trayectoria plagada de irregularidades, cajoneo de causas, relaciones promiscuas con servicios de inteligencia y medios de comunicación y persecución política.

Bonadio murió impune. Los medios hegemónicos, con los que operó codo a codo, serán los encargados de santificar su legado y evitarán recordar que Bonadio fue uno de los peores exponentes que han dado los tribunales. Lo cierto es que las muertes no se festejan pero tampoco habilitan el olvido.

Cajoneo

Bonadio permaneció 26 años en el juzgado 11, en el 4to piso de Comodoro Py. Es de la vieja camada de Py, junto a María Romilda “Chuchi” Servini de Cubría y Rodolfo Canicoba Corral. A fines de 2017 inició los trámites de su jubilación pero era un amague. Entre sus privilegios, los jueces pueden hacer el papeleo jubilatorio pero luego quedarse en sus puestos hasta que lo deseen.

En la jerga judicial, cuando un juez demora el tratamiento de una causa se dice que la cajonea. El arcón de Bonadio era, en ese aspecto, enorme. Y el desempeño del juez digno de un triste récord.

Bonadio cajoneó durante 5 años la causa donde debía investigar el encubrimiento del atentado a la AMIA. El motivo era claro: quería proteger a su padrino político Carlos Corach y a su amigo el comisario Jorge “Fino” Palacios. A Corach le debía el cargo. Bonadio trabajó junto a él en el gobierno de Carlos Menem. Fue Subsecretario de Asuntos Legales. Cuando Domingo Cavallo denunció la famosa servilleta en la que Corach escribió los nombres de los jueces y fiscales que dominaban desde la Casa Rosada, Bonadío estaba en la lista. Mientras era funcionario menemista Bonadio logró que el Senado aprobara su pliego para ser juez federal de Instrucción de Morón. Nunca asumió ese cargo pero aprovechó una oportunidad mejor. Menem amplió la cantidad de juzgados federales de 6 a 12 y nombró a Bonadio por decreto al frente del número 11. Fue el 1 de mayo de 1994, pocos días antes del atentado a la AMIA. Cuando, en el 2000, le tocó investigar el encubrimiento del atentado, Bonadio fue leal a sus mentores y rechazó las presentaciones de los familiares de las víctimas. Finalmente fue apartado pero no se rindió. Al contrario, hizo una de sus típicas maniobras: armó una investigación paralela para favorecer a sus amigos Corach, el Fino Palacios y el juez Juan José Galeano. Nuevamente, la Cámara Federal lo apartó de esta causa paralela e irregular. En 2010, el propio fiscal Natalio Alberto Nisman denunció a Bonadío. Lo acusó de integrar una asociación junto a Corach y el Fino Palacios para apartarlo de la investigación del atentado a la AMIA.

La causa de los pacientes hemofílicos tuvo un derrotero similar. Bonadio debía investigar el contagio de más de 1.200 personas de HIV y Hepatitis C por transfusiones realizadas en la Fundación de la Hemofilia. El abogado querellante en esa causa, Gonzalo Giadone, contó en El Destape Radio que “en el lapso que Bonadio cajoneó la causa hemofílicos se murieron decenas de testigos”. Fueron 10 años.

Bonadio también demoró otros casos como la investigación por la estafa al Estado en la venta de acciones y vaciamiento del astillero Tandanor, que estuvo 7 años en su juzgado y su actuación fue finalmente revocada, y el de la curtiembre Yoma, que cedió títulos al Banco Nación cuando ya los había entregado al Banco Macro pero el caso tuvo un letargo de 10 años en su juzgado.

Además del cajoneo, Bonadio aplicó otras prácticas que, con variantes, consistían en negar el derecho a defensa de los acusados en las causa bajo su custodia. Los abogados que tuvieron que tocar la ventanilla de mesa de entrada de su juzgado supieron de las negativas a darles fotocopias de los expedientes y, por ende, a impedir que pudieran defender a sus clientes.

Salvatajes

Hace al menos 15 años que Bonadio tendría que haber dejado su juzgado. Si eso no pasó fue, en parte, gracias al sistema de protección del que gozó en el Consejo de la Magistratura. El juez fue denunciado más de 70 veces ante el organismo pero siempre salió ileso.

El caso paradigmático ocurrió en 2005 cuando Alejandro Rúa, por entonces titular de la Unidad AMIA del Ministerio de Justicia, denunció a Bonadio por encubrir la investigación del atentado a la mutual judía. Bonadio ya había sido apartado de la causa y estaba todo dado para que el Consejo de la Magistratura cumpliera con su rol: investigar e iniciar el juicio político al juez. Pero no. El entonces senador Miguel Ángel Pichetto, que integraba el Consejo, fue el salvavidas de Bonadio. “Ya les entregamos a Galeano, no les vamos a entregar también a Bonadio”, les dijo Pichetto a los familiares de las víctimas de AMIA.

En 2009, Bonadio fue denunciado por no investigar causas de corrupción. La denuncia la presentaron Ezequiel Nino y Luis Villanueva de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y Pedro Biscay, por entonces Director Ejecutivo del Centro de Investigación y Prevención de Criminalidad Económica (CIPCE). Pedían la remoción y el juicio de Bonadio por su desempeño en las causas Tandanor y Yoma. “Basándonos en estas causas (…) exigimos que se aplique la más drástica medida a este juez que inexplicablemente no sólo incurrió en mal desempeño, sino que con su negligente actuar (o no actuar) contribuyó a la impunidad que hoy caracteriza a a las causas de corrupción en el país”, escribieron Nino, Biscay y Villanueva. Pero nada pasó y pesó más el consejero Hernán Ordiales, que logró frenarla. Bonadio se tomó una revancha de este caso: procesó y envió a juicio a Biscay en la causa Dólar Futuro, juicio que ningún juez quiere realizar para no exponerse al ridículo.

El resto de las denuncias tuvieron el mismo destino.

La protección no fue solo en el Consejo. A finales de septiembre de 2001 Bonadio mató a dos hombres que, según su versión, quisieron asaltarlo. Disparó con su pistola Glock calibre 40, a uno lo mató al instante y el otro recibió 6 disparos por la espalda mientras se alejaba corriendo. Nunca quedó claro lo que sucedió realmente.

Lawfare
Sin Bonadio no habría lawfare en Argentina. Su rol en la persecución judicial a ex funcionarios fue análogo al del juez Sergio Moro en Brasil. Bonadio contra CFK, Moro contra Lula. Cuando Moro visitó Argentina invitado por el entonces presidente de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti se tomaron una foto juntos.

Bonadio envidiaba a Moro. El brasileño logró detener a Lula y evitar que se presentara a elecciones en las que todo indicaba que hubiera regresado a la presidencia. Lo prueban los chats que publicó el periodista Glenn Greenwald entre Moro y el fiscal Deltan Dallagnol. Las comunicaciones entre Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli deben ser similares. A mediados de 2019, en una de sus escasas apariciones a cámara, el propio Bonadio dijo: “Cuando Moro empezó con su investigación (contra Lula), la Corte le sacó todas las causas que lo pudieran fastidiar, hacerle perder tiempo. Yo tengo, aparte de la causa de los cuadernos, tengo 900 causas más”.

Y agregó: “Una vez que se acepta a una persona como arrepentido, en Brasil directamente se lo condena. Se toma la declaración del arrepentido como confesión, cosa que en la ley nuestra está expresamente prohibido. Esos dichos tienen que tener prueba que avalen el dicho, que lo pongan como cosa certera”. En síntesis, quería ocuparse sólo de perseguir a CFK y que las declaraciones de los arrepentidos, que como reveló El Destape fueron direccionadas, no requirieran más pruebas. En la misma charla hizo un autoelogio de su aplicación de “derecho procesal creativo”.

No hubo repreguntas: era para el portal DEF, propiedad de su amigo Mario Montoto, vendedor de armas y presidente de la Cámara de Comercio Argentino-Israelí. Bonadio y Montoto figuran en la investigación sobre la red de espionaje ilegal que investiga el juez Alejo Ramos Padilla, una de cuyas funciones era el armado de causas. Todo se encadena.

Bonadio no actuó solo en la causa de las Fotocopias de los Cuadernos Fénix. Su coequiper primordial fue el fiscal Stornelli, y ambos contaron con el cobijo de los camaristas federales Pablo Bertuzzi y Leopoldo Bruglia, jueces puestos a dedo y por decreto por el propio Mauricio Macri. “Vivimos revolcaos en un merengue / Y en el mismo lodo / Todos manoseaos”, cantaba Discépolo.

La evidente manipulación del sistema de sorteos de causas hizo que pŕacticamente todas las denuncias contra CFK recalaran en el juzgado de Bonadio. Intervino en la causa basada en los cuadernos resucitados de las cenizas, última que elevó a juicio oral. También en la que se investigaron originalmente contratos de Gas Natural Licuado, de donde se desprendió la causa Fotocopias de los Cuadernos y en la que tuvieron un rol clave el espía ilegal Marcelo D´Alessio junto al operador Daniel Santoro para involucrar a CFK. Bonadio impulsó la insólita denuncia por la utilización de Dólar Futuro, donde aquellos enviados a juicio oral fueron los funcionarios mientras que los funcionarios macristas que habían comprado esos dólares a futuro y luego decidieron una devaluación que los benefició ni se acercaron a tribunales. Bonadio utilizó la estrategia de duplicar causas para luego absorberlas en el caso del Memorándum con Irán y Los Sauces y luego también se quedó con Hotesur, todas contra CFK. Llegó incluso a investigar a la ex presidenta por la tenencia de documentos históricos, como una carta de San Martin que se la había regalado Vladimir Putin.

Un juez para CFK.

Cáncer

El 8 de mayo de 2019 el periodista Horacio Verbitsky informó que Bonadio tenía cáncer. “Bonadio tiene un meduloblastoma, es un cáncer de cerebro muy agresivo. Es extraño que lo tenga una persona mayor cómo él, de 63 años, porque solo el dos por ciento de los meduloblastomas ocurre en personas mayores“, explicó Verbitsky en El Destape Radio.

Bonadio se sometió a una intervención quirúrgica en su cabeza pero al tiempo retornó a su juzgado. Nadie le pidió un certificado de apto médico. El reglamento judicial no lo obliga a presentarlo pero si habilita que se lo pida su superior, el camarista Martín “Doctrina” Irúrzun. Obviamente no ocurrió.

Verbitsky detalló que la enfermedad de Bonadio “tiene cuatro estadios: uno y dos que son leves y controlables, tres y cuatro que son de alto riesgo. El doctor Glock tiene un meduloblastoma de estadio tres“. Eran datos pero fue atacado por los periodistas adictos a compartir oficina con el juez para oficiar de escribas de sus operaciones. El 23 de mayo Bonadio volvió a su juzgado y filtró un video a través de Clarín donde les decía a sus colaboradores: “Los registros sobre mi muerte eran exagerados“.

Bonadio pudo hacer su tratamiento médico sin inconvenientes, algo que no le permitió a uno de sus víctimas judiciales, el ex canciller Héctor Timerman.

Bonadio se quedó con la causa donde se investiga la denuncia de Nisman contra CFK, Timerman y otros gracias a su típica maniobra de duplicar causas. La denuncia de Nisman fue desestimada en 5 instancias judiciales, pero con la llegada de Macri a la presidencia lograron su reapertura. En medio de la maniobra, Bonadio inició una causa paralela por traición a la Patria a partir de una presentación de la DAIA. Cuando la Cámara de Casación decidió reabrió la denuncia de Nisman y desplazó a todos los jueces que intervinieron en su rechazo la cosa le quedó servida a Bonadio. El caso recayó en el juzgado de Ariel Lijo, pero Bonadio se la pidió porque tenía ya esa causa por traición a la Patria. Lijo se negó, pero los jueces Martin Irurzun y Eduardo Farah resolvieron que Bonadio unificara las dos causas.

A partir de ahí, Bonadio fue implacable. La figura de traición a la Patria, tal como explicó Raúl Zaffaroni, no contaba con antecedentes e implicaba una situación de guerra, cosa que no existía. La propia Cámara Federal le dijo a Bonadio que se excedió, pero convalidó todo lo demás.

En el caso de Timerman la acusación pesaba doble. A su padre ,Jacobo Timerman, la última dictadura cívico-militar no sólo lo secuestró y torturó sino que lo despojó de la ciudadanía argentina. En este contexto, Timerman enfermó de cáncer, pero Bonadio le negó la excarcelación y la posibilidad de tratamiento en Estados Unidos, lo que aceleró el deterioro de su salud. “Espero que Bonadio haya tenido la posibilidad de tratarse el cáncer, algo que no le permitió a mi hermano”, dijo Javier Timerman, hermano del ex canciller, ante la noticia del fallecimiento del juez.

Fuente: El Destape

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