El exsecretario general de la CGT organizó la histórica marcha por “Pan, Paz y Trabajo” en 1981. Con el regreso de la democracia, planteó una férrea oposición a las políticas económicas aplicadas durante el gobierno de Raúl Alfonsín.
Saúl Eldover Ubaldini, exsecretario general de la CGT que se enfrentó a la última dictadura cívico militar y planteó una férrea oposición a las políticas económicas aplicadas durante el gobierno de Raúl Alfonsín, fallecía hace 15 años (el 19 de noviembre de 2006) y dejaba un legado de lucha y consecuencia en la defensa de los derechos laborales.
Nacido el 29 de diciembre de 1936 en el barrio porteño de Mataderos, Ubaldini vivió los primeros años de su infancia en una familia de trabajadores.
Se recibió de técnico industrial en la escuela secundaria y tras cumplir el servicio militar ingresó a trabajar en el Frigorífico Lisandro de La Torre, donde fue elegido delegado gremial del sindicato de la carne que encabezaba Sebastián Borro, un histórico dirigente de esa organización en los años ’50 y ’60.
Ubaldini forjó los primeros años de su trayectoria sindical en los años de la proscripción del peronismo y las luchas obreras contra los gobiernos militares.
A fines de los años ’60, se incorporó a la Compañía Argentina de Levaduras de la industria cervecera y en 1972 resultó electo secretario general del gremio que representaba a los trabajadores del sector.
Como titular de la Federación de Sindicatos Cerveceros, y en los comienzos de la dictadura militar, integró “la Comisión Nacional de los 25” sindicatos que se oponían a las políticas del régimen de facto instalado a partir del 24 de marzo de 1976.
El sector de los 25, opuesto a una facción “dialoguista” con la dictadura que encabezaba el titular del sindicato plástico, Jorge Triaca, convocó el 27 de abril de 1979 al primer paro general contra el Gobierno militar, que concluyó con cientos de detenidos.
El protagonismo que tuvo en esa medida de fuerza le valió ocupar el liderazgo de la denominada CGT “Brasil”, un sector más combativo de gremios que instaló su sede en esa calle en oposición a la conducción de Triaca, denominada como “Azopardo”.
En medio de la división de la central obrera, Ubaldini, como secretario general de la CGT “Brasil”, organizó el 7 de agosto de 1981 una marcha multitudinaria por el barrio de Liniers en el día de San Cayetano para reclamar por “Paz, Pan y Trabajo” que desafió el Estado de sitio imperante.
Tres días antes del desembarco de las tropas argentinas en Malvinas, el 30 de marzo de 1982, la CGT “Brasil” marchó a Plaza de Mayo en una jornada que estuvo signada por una fuerte represión policial en el centro porteño y en varios puntos del país.
En los últimos meses de la dictadura, siguió al frente del sector más combativo del movimiento obrero e intensificó su presencia en movilizaciones y huelgas.
Con el regreso de la democracia, Ubaldini mantuvo su perfil opositor y cuestionó desde la conducción de la CGT unificada las políticas laborales del gobierno de Raúl Alfonsín como la denominada “Ley Mucci”.
Participó en 1985 al frente de la CGT de una marcha a Plaza de Mayo para pedir “juicio y castigo” a los culpables de los crímenes del terrorismo de Estado.
Los 13 paros generales que encabezó durante el Gobierno radical lo convirtieron en uno de los principales referentes de la oposición a esa administración, y propuso un programa de 26 puntos que incluían una moratoria en el pago de los intereses de la deuda externa.
Su costumbre de vestir camperas le dieron en esos años un aspecto pintoresco a su figura, al igual que el sentimiento y la emotividad que le imprimía a cada uno de sus discursos, en los cuales quedaba muchas veces al borde de las lágrimas.
En una ocasión, y de cara a un paro general de la CGT con movilización a Plaza de Mayo, Alfonsín criticó al cervecero en base a esta particularidad que exhibía, al afirmar que la coyuntura del país no estaba “para mantequitas y llorones”.
La respuesta de Ubaldini al expresidente en una plaza colmada de columnas de manifestantes no pudo ser más contundente: “Llorar es un sentimiento, pero mentir en un pecado”.
Respaldó la candidatura presidencial de Carlos Saúl Menem en 1989, pero tras el triunfo del riojano y el rumbo neoliberal que tomó, se alejó de la conducción de la CGT y se presentó como candidato en las elecciones de 1991, en las cuales obtuvo el poco más del 2 por ciento de los votos.
A pesar de sus diferencias con Menem, no se alejó del peronismo y en 1997, se acercó a Eduardo Duhalde y accedió a una banca en el Congreso nacional que ocupó hasta 2005.
Desde la Cámara de Diputados se opuso a la reforma laboral que impulsó el gobierno de Fernando De La Rúa denominada como “Ley Banelco”, y en 2003 presentó un proyecto para derogar esa norma sancionada en medio de sospechas de sobornos.
Al terminar su mandato en el Congreso, pasó a desempeñarse como asesor e legislación laboral del gobierno de Néstor Kirchner, pero su estado de salud se agravó debido a un cáncer de pulmón que le ocasionó la muerte el 19 de noviembre de 2006, cuando estaba por cumplir 70 años.