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Histórica e impresionante fiesta popular para saludar al plantel campeón del mundo

Los muchachos que alcanzaron la gloria se mantuvieron estoicos saludando a la gente durante más de 4 horas. La seguridad de la Ciudad no brindó las garantías. Pase y vea.

Una caravana sin precedentes y una organización que no estuvo a la altura.

La caravana del campeón fue una movilización histórica sin precedentes: la selección argentina llegó al país con la Copa del Mundo después de 36 años y la alegría del pueblo desbordó por todas las autopistas, avenidas, calles y rincones.

Desde Ezeiza hacia el microcentro porteño, desde el Obelisco hasta Plaza de mayo y hacia el sur de la Ciudad, todo el escenario repleto de corazones latiendo al ritmo del “Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar”/ “Vení, vení, cantá conmigo, que una amigo vas a encontrar, que de la mano de Leo Messi”/. Una multitud que con una felicidad a flor de piel siguió un itinerario que se modificó en repetidas ocasiones con el correr de las horas. Aproximadamente cinco millones de almas se acercaron y representaron la euforia de los 47 millones que aman el fútbol a lo largo y a lo ancho del país.

El feriado nacional fue clave para que todo el pueblo pudiera celebrar en su justa medida el triunfo del combinado masculino de fútbol.

La caravana partió desde Ezeiza a las 11.30 de la mañana y, a paso de hombre, tuvo una infinidad de estaciones obligadas. Como si fuera el papamóvil, el micro blanco y descapotable, se paseó y se lució, con sus tres estrellas al frente y el eslogan “Campeones del mundo”, para que todos los que se acercaban pudieran saludar, al menos de lejos, a las figuras del fútbol que cosecharon un nuevo título del otro lado del Atlántico.

Tras más de 4 horas de paseo y festejos por las calles del Conurbano bonaerense oeste, luego de haber partido del predio que la AFA posee en Ezeiza, y debido a una supuesta falta de garantías por la seguridad, jugadores, cuerpo técnico y dirigentes no pudieron llegar al Obelisco y debieron terminar el recorrido en helicóptero.

Es que, si bien con extrema lentitud, en su paso por la Autopista Ricchieri el colectivo que transportaba a la Scaloneta marchaba y la gente que se volcó en multitudes a las calles pudo disfrutar de sus nuevos héroes futbolísticos, quienes consiguieron la tercera estrella mundial para nuestra querida Selección Nacional, algo que no lográbamos desde 1986 y de la mano de Diego Armando Maradona.

Todo fue hasta llegar a las puertas mismas de la Ciudad de Buenos Aires, donde la Policía de la Ciudad decidió desviar el recorrido del bus, que incluía un peligroso paso por la avenida 9 de Julio y el consecuente festejo en el emblemático Obelisco, y los trasladó hasta un predio en el barrio de Villa Sioldati.

Allí todos se subieron a helicópteros: algunos fueron trasladados al propio predio de Ezeiza y Lionel Messi, Lionel Scaloni y Rodrigo De Paul, con la Copa del Mundo en su poder, decidieron proseguir con el recorrido pero desde el aire.

Fue el propio presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, quien salió con los tapones de punta, al postear desde su cuenta de Twitter que “no nos dejan llegar a saludar a toda la gente que estaba en el Obelisco, los mismos organismos de seguridad que nos escoltaban, no nos permiten avanzar. Mil disculpas en nombre de todos los jugadores Campeones. Una pena”, y agregó un emoji de enojo.

Y concluyó, echando más leña al fuego: “Agradecemos a la provincia de Buenos Aires, encabezada por su ministro de seguridad Sergio Berni, que fue el único que acompañó durante toda la recorrida hasta la entrada a la Capital sin registrar ningún incidente, permitiendo a los jugadores abrazarse al pueblo argentino”.

Lo cierto es que alrededor de 5 millones de argentinos se volcaron a las calles para festejar un triunfo que no se daba desde hacía 36 años, y en general se comportó del mejor modo, aunque hubo esporádicos y accidentados sucesos, como las caídas de aquellos que intentaban colgarse de semáforos y saltar en el techo de una parada de colectivos.

Sí hubo un hecho extraño que se dio cuando el bus sin techo y con los jugadores pasó por uno de los puentes de la Autopista Ricchieri, y desde allí dos personas intentaron saltar al mismo: una lo logró y se metió entre los jugadores y el otro resbaló y cayó entre la gente que secundaba el vehículo, aunque por suerte no tuvo heridas de consideración.

Una fiesta que, si bien se truncó, se pudo realizar en gran medida y tanto la gente como los muchachos pudieron encontrarse y festejar una de las más grandes hazañas de la historia deportiva argentina.

 

Fuente: ANDigital 

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