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López Obrador y la oferta de asilo a Julian Assange: la coherencia política en tiempos de doble rasero

El pasado lunes, en su primera conferencia mañanera, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador apareció flanqueado de Jeremy Corbyn, parlamentario británico y líder del Partido Laborista entre 2015 y 2020. Corbyn, quien es uno de los principales referentes de la izquierda europea, tiene fuertes lazos con México ya que su esposa, la abogada Laura Álvarez, es mexicana y por esta razón mantiene un importante vínculo que se extiende a toda Latinoamérica. Por ejemplo, Corbyn no deja de señalar que le da alegría y esperanza el triunfo de Gabriel Boric en Chile hace unos días.


Por Javier Buenrostro, historiador por la Universidad Nacional Autónoma de México y McGill University.

Debido a la presencia de Corbyn, la prensa mexicana le preguntó a López Obrador si seguía en pie su oferta de asilo al periodista australiano Julian Assange, fundador de WikiLeaks y quien está a punto de cumplir tres años en una cárcel de Londres y diez privado de su libertad, contando el tiempo que estuvo asilado en la Embajada de Ecuador en Reino Unido.

El gobierno de Estados Unidos está cerca de procesar a Julian Assange por cargos de espionaje y de atentar contra la seguridad nacional, luego de que jueces británicos aceptaran que el líder de WikiLeaks puede ser extraditado a ese país. Ante esto se ha vuelto a considerar la posibilidad de asilo para Assange en algún país, como una medida de protección a los derechos humanos y a la libertad de prensa e información.

México, honrando una de sus mejores tradiciones en política exterior que es la de dar refugio a los perseguidos por razones políticas o ideológicas, ha manifestado en varias ocasiones su intención de brindar asilo a Julian Assange, incluso ante la eventual polémica y enfrentamiento que le podría traer con Estados Unidos, el principal interesado en juzgar al periodista australiano.

A juzgar como han sido las cosas en la última década, es más probable que veamos en los siguientes meses una extradición de Assange a Estados Unidos que la aprobación de asilo en algún país como México.

A juzgar como han sido las cosas en la última década, es más probable que veamos en los siguientes meses una extradición de Assange a Estados Unidos que la aprobación de asilo en algún país como México. Si Assange muere encarcelado, ya sea en Inglaterra o en Estados Unidos, su muerte deberá caer en la conciencia de los sistemas de justicia de ambos países y será un ejemplo más sobre la narrativa mentirosa de libertad de sus sociedades que la propaganda oficial le quiere hacer creer al mundo, especialmente en el caso de Estados Unidos.

México, por su parte, sigue enalteciendo la tradición de asilo y refugio en algunos de los casos más espinosos y complicados de la geografía internacional. Si en el siglo pasado fueron recibidos en nuestro país los republicanos españoles, los judíos y los comunistas o los miles de argentinos, chilenos y uruguayos que huían de las dictaduras militares, en el gobierno de López Obrador ya se le dio refugio a Evo Morales después del golpe de Estado en Bolivia o, en este caso, sigue la mano extendida para Assange y para la libertad de prensa e información.

Ojalá esta última pudiera materializarse, honraría a todos los actores internacionales inmiscuidos y pondría fin a un acto de injusticia y arbitrariedad que pretende llevar a cabo Estados Unidos, que siempre se maneja con un doble rasero y con hipocresía en los temas de libertad.

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