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Para el director de “Enola Holmes”, fue “glorioso” darle enfoque femenino al universo de Sherlock

El realizador británico Harry Bradbeer conversó con Télam sobre la nueva cinta de aventuras detectivescas que protagoniza la hermana del famoso investigador privado.


El realizador británico Harry Bradbeer, que durante años condujo detrás de cámara multipremiadas series con fuertes protagónicos femeninos y que acaba de estrenar con gran repercusión en Netflix la cinta de aventuras detectivescas “Enola Holmes”, afirmó que fue “glorioso” presentar el clásico universo de Sherlock desde la mirada de una chica.

“Hay algo glorioso en hacer este cambio”, dijo el director a Télam, en referencia al personaje que interpreta la jovencita Millie Bobby Brown (conocida mundialmente por su papel de “Once” en “Stranger Things”): el de la hermana adolescente del famoso investigador privado creado por Arthur Conan Doyle.

“Nos permite ser parte de su viaje”, dijo Bradbeer sobre el uso de el quiebre de la cuarta pared.

El empoderamiento femenino se hace lugar en el universo Sherlock

Acompañada por un elenco de figuras como Helena Bonham Carter, Henry Cavill y Sam Claflin, “Enola Holmes” sigue la historia de un personaje que Conan Doyle nunca inventó.

Enola es la protagonista de la homónima serie de novelas juveniles de Nancy Springer y propone una entrada al mundo literario de Sherlock desde su hermana adolescente; una chica que, como el famoso detective aficionado a la pipa, resuelve misterios armada de su poder deductivo.

En 1884, en el día de su cumpleaños número 16, Enola despierta para descubrir que su madre (Bonham Carter), con quien convive en una casa de campo de las afueras de Londres, ha desaparecido. Sus hermanos, Sherlock y Mycroft, están dispuestos a mandarla a un colegio de internado para señoritas, pero la chica tiene otros planes y se lanzará a la gran ciudad a buscar a su mamá.

No es casual la elección de Bradbeer para llevar esta historia a la pantalla del gigante del streaming, ya que desde mediados de los 90 ha dirigido series de televisión con mujeres interesantes, fuertes y tridimensionales en el centro de la narrativa.

Fueron especialmente las multipremiadas “Fleabag” y “Killing Eve” en los últimos años las mejores y más acabadas expresiones de un saludable movimiento que empieza a registrarse en la industria audiovisual, que corre a los personajes femeninos desde la periferia del relato y del mero acompañamiento del varón a una nueva y refrescante centralidad.

Con el carisma de Millie Bobby Brown como principal atractivo, la trama de “Enola Holmes” sigue esa tendencia, con un relato que deja claras sus intenciones al ubicar a Sherlock (Cavill) nada menos que como personaje secundario.

“Tenés un mensaje, que es el empoderamiento femenino, y tenés un personaje como el de Enola, que es tan temeraria y que en el momento en el que la conocés ya está en movimiento”
HARRY BRADBEER

¿Qué es lo que te atrajo de esta historia?

Harry Bradbeer: Lo que encuentro es que mucho de la acción, el humor y la diversión de los papeles que se le da a los hombres no se les daba a las mujeres. Tomemos por ejemplo la “Sherlock Holmes” de Guy Ritchie (2009); es una película genial, pero ahí Robert Downey Jr. y Jude Law tienen las mejores líneas, tienen todo el conflicto y toda la diversión. Lo que hicimos fue preguntarnos qué pasaría si cambiamos a estos personajes de género, qué pasaría si es una mujer y qué problemas tendría una mujer en esa época. Ahí hay una razón sólida de por qué es diferente y es porque las mujeres aún hoy enfrentan dificultades con el patriarcado y con el orden establecido. Eso le da otro ángulo al conflicto y ahí es donde reside el drama.

¿Cómo encontraste el balance entre la temática del empoderamiento femenino y el enfoque fresco y juvenil?

HB: La energía es algo importante. Tenés un mensaje, que es el empoderamiento femenino, y tenés un personaje como el de Enola, que es tan temeraria y que en el momento en el que la conocés ya está en movimiento. Eso es muy importante para mí; que te agarre por el cuello y te diga “voy por este camino”. Ella es la que está a cargo del ritmo, y creo que la frescura viene de la energía que usamos con la cámara, en el diálogo ágil, en el montaje vibrante y juguetón.

La película trabaja con el quiebre de la cuarta pared, que también utilizabas en “Fleabag”. ¿Por qué decidiste trabajar con este recurso?

HB: Tenía algo muy particular este personaje: su soledad; de hecho su nombre es “alone” (sola o solo) al revés. A menudo no tiene a nadie más para dirigirle la palabra. Solamente nos tiene a nosotros, y eso me parecía una muy buena razón para seguir con ese enfoque. Nos permite no solo ser nosotros esos amigos que a ella le faltan, sino también ser parte de su viaje. Para los más jóvenes, para los que tienen su misma edad, lo podía hacer parte de la toma de decisiones, parte de su misma aventura.

Pudiste contar con varios actores y actrices de gran cartel. ¿Cómo se administran esos talentos y esos egos?

HB: Creando una atmósfera de confianza y cariño. Te sentás bastante tiempo antes de comenzar a rodar y conversás con el actor y la actriz. Le preguntás a ellos acerca de su propio personaje, de alguna manera los psicoanalizás. Y cuanto más entienden a su personaje mejor será su performance, mejor se sentirán en su piel y mejor se sentirán con vos como director. No se trata de entrar al set y dar órdenes inmediatamente aquí y allá. Muchas veces te sorprendés con lo que hacen, ellos son los primeros narradores. No hay que bloquearlos, sino usar sus instintos.

Después de trabajar muchos años en TV, ¿cuán difícil fue dar el salto a un proyecto de esta magnitud?

HB: El crecimiento en la escala en realidad es algo que lo hace más fácil, porque aparecen muchos recursos y muchas personas con las que siempre quise trabajar, ahora estaban al alcance. Los desafíos estaban representados por aquellas cosas que nunca había hecho antes, como una secuencia en un tren con pantalla verde y elementos digitales. Poder representarme lo que no estaba en el set y confiar en que estaría en la pantalla a la hora de la posproducción. Dar ese salto de fe y dirigir a los actores en lo que era un mundo artificial.

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