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A 60 años del magnicidio de Trujillo, un sanguinario dictador dominicano

Apoyado al principio por Estados Unidos, la figura del dictador Rafael Leónidas Trujillo representa una de las páginas más horrendas en la historia del siglo pasado de América Latina, donde se relatan más de 50.000 asesinatos.


La figura del dictador Rafael Leónidas Trujillo, asesinado hace 60 años en la República Dominicana, representa una de las páginas más horrendas en la historia del siglo pasado de América Latina, tras gobernar durante tres décadas los destinos de dicho país caribeño, en el que fueron asesinadas unas 50.000 personas.

A Trujillo le decían “chapita” por su afición a las medallas, y “el chivo” por su fama de “depredador sexual”.

El sistema de represión y desapariciones incluyó la muerte de al menos 17.000 haitianos.

En la noche del 30 de mayo de 1961, una conspiración formada por siete hombres que gozaban de la confianza del régimen puso fin a la vida del autócrata, “el hombre que podía hacer que el agua se volviera vino y los panes se multiplicaran, si le daba en los cojones”, según relata en su novela “La fiesta del Chivo”, el Premio Nobel de Literatura, el peruano Mario Vargas Llosa.

Nació el 24 de octubre de 1891 en la ciudad de San Cristóbal, 20 kilómetros al sur de la capital dominicana, Santo Domingo, llamada “Ciudad Trujillo” durante sus gobiernos.

El régimen trujillista

Como jefe de la Policía Nacional, apoyó en 1930 una rebelión contra el presidente constitucional Horacio Vásquez, quien renunció luego a su cargo.

Posteriormente, el futuro déspota ganó las elecciones presidenciales del mismo año, instalando un Gobierno que se caracterizó por su anticomunismo y la represión de opositores, cuyos cuerpos servían para “alimentar a los tiburones”, según las crónicas de aquella época.

Trujillo gobernó durante dos mandatos presidenciales, entre 1930 y 1938, y 1942 y 1952, y luego se mantuvo en el poder de manera indirecta por medio de “presidentes títeres”.

El régimen trujillista, apoyado al principio por Estados Unidos, puso en marcha un sistema de represión y desapariciones, que incluyó la muerte de al menos 17.000 haitianos que vivían en la República Dominicana, a los que asesinó en la llamada “Matanza del Perejil”, considerada una limpieza étnica.

También son tristemente famosos el secuestro, tortura y el asesinato del exiliado vasco Jesús Galíndez; o los crímenes de las tres hermanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, a manos del servicio secreto del autócrata dominicano.

Según la página web del Museo Casa Mirabal, creado en memoria de dichas mujeres, se calcula que alrededor de 50.000 personas fueron asesinadas por el Gobierno de Trujillo, según fuentes oficiales.

El expresidente venezolano Rómulo Betancourt fue duramente atacado por Trujillo, luego de que el mandatario denunciara a la dictadura dominicana en una cumbre de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1948.

Betancourt, un mandatario aliado con la Casa Blanca, sufrió varios atentados adjudicados a Trujillo, entre ellos uno en 1960 cuando un auto cargado de dinamita estalló al paso de la caravana presidencial.

Trujillo ordenó invadir Cuba después del triunfo de la revolución liderada por Fidel Castro

El dictador Rafael Trujillo dio refugio en la República Dominicana a Fulgencio Batista tras el triunfo de la Revolución Cubana, el primero de enero de 1959, y en agosto de aquel año ordenó una frustrada invasión a Cuba a través de la Legión Anticomunista del Caribe.

Trujillo probablemente tenía información de que algunos grupos de exiliados dominicanos esperaban que Castro les ayudara a derrocarlo.

Según las crónicas de aquella época, el presidente estadounidense John F. Kennedy tenía miedo de que la dictadura dominicana, por sus abusos en los derechos humanos, pudiera generar una situación similar a la de Cuba.

Luego de tomar posesión de su cargo, el 20 de enero de 1961, Kennedy envió a un diplomático de prestigio a convencer a Trujillo para que se retirara del poder, pero el “Jefe” (uno de los sobrenombres del dictador) rechazó el pedido estadounidense.

El primer incidente entre Cuba y la República Dominicana ocurrió el 14 de junio de 1959, cuando una fuerza de unos 60 hombres -dominicanos y cubanos- despegó del oriente de Cuba en un avión C-46 pintado con los colores de la Fuerza Aérea Dominicana, según informes de la BBC.

La aeronave llegó al aeropuerto de Constanza, en el centro de la República Dominicana, donde los insurgentes tomaron un cuartel por sorpresa. Pero luego los diez cubanos y 200 exiliados dominicanos fueron aniquilados.

Por otra parte, Trujillo armó un cuerpo militar conocido como La Legión Anticomunista del Caribe, que invadió cuba en agosto de 1959 para acabar con el Gobierno de Castro.

Pero la operación concluyó en un verdadero desastre. Castro mandó a los exjefes militares del Segundo Frente Nacional del Escambray, Eloy Gutiérrez Menoyo y al estadounidense William Alexander Morgan, a que hicieran creer a Trujillo que estaban dispuestos a apoyar la invasión anticastrista.

Confundido por esta información, Trujillo eligió para el aterrizaje a la zona de Trinidad, al pie de los montes Escambray, en la zona central cubana.

Sin embargo, el ejército cubano estaba esperando a la Legión Anticomunista del Caribe y capturó a la totalidad de sus integrantes.

El magnicidio

En la noche de su asesinato, el 30 de mayo de 1961, Trujillo abandonó la capital dominicana a bordo de un Chevrolet Bel Air azul claro, que conducía su chofer, según distintas crónicas.

Aparentemente iba a encontrarse con su amante cerca de la ciudad de San Cristóbal, en las afueras de la capital dominicana. Siete de los atacantes, por su parte, se dividieron en tres autos que estacionaron a lo largo de dicha ruta costera.

El general Antonio Imbert Barrera conducía uno de los autos, acompañado por tres de los conspiradores.

Cuando el Bel Air del dictador los pasó por delante, sus compañeros dispararon sus ametralladoras, quebrando el cristal trasero del auto e hiriendo a Trujillo -quien luego fue rematado-, contó dos días después el chofer al historiador neozelandés Bernard Diederich, quien escribió el libro “La muerte del dictador”.

“El único modo de librarse de él era matándolo”, admitió Imbert Barrera durante una entrevista con la BBC en 2011.

El 30 de mayo de 2001, cuando se cumplieron 40 años del asesinato de Trujillo, el exencargado de Negocios de la embajada de Estados Unidos en Santo Domingo, entre 1930 y 1961, Henry Dearborn, confirmó la participación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en el magnicidio del tirano dominicano.

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