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Vigilia popular en apoyo a Cristina Kirchner: el pueblo se concentra en su casa tras la proscripción judicial

La calle Matheu, corazón simbólico del peronismo argentino, fue escenario de una contundente muestra de respaldo popular a Cristina Fernández de Kirchner luego de que la Corte Suprema ratificara su condena a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. La sentencia, que cierra cualquier posibilidad de candidatura de la exmandataria, fue recibida por miles de personas como un acto de proscripción política en pleno año electoral.

El fallo judicial, basado en el supuesto direccionamiento de la obra pública en Santa Cruz durante su presidencia (2007–2015), ha sido calificado por amplios sectores políticos, sociales y académicos como parte de un proceso de persecución judicial, o lawfare, destinado a eliminar de la contienda electoral a una de las figuras más influyentes del país.

Desde horas antes del anuncio, militantes, dirigentes y ciudadanos autoconvocados comenzaron a llegar al histórico edificio del Partido Justicialista. La bandera argentina, insignias partidarias y carteles con mensajes como “Cristina no está sola” y “Proscribir es robarle al pueblo el derecho a elegir” inundaron la escena.

“La democracia está en juego”

Desde un pequeño escenario montado sobre la vereda, Cristina Kirchner, rodeada por referentes del peronismo, pronunció un mensaje enérgico y combativo. “Pondremos el cuerpo, porque los peronistas no nos profugamos como la derecha mafiosa”, dijo ante la multitud. Con tono desafiante, denunció que la sentencia no se trata de un caso judicial, sino de una operación política para excluir al movimiento nacional y popular del mapa electoral.

“Este no es un fallo contra mí. Es un intento de clausurar la posibilidad de que el pueblo tenga una alternativa a este modelo de ajuste y saqueo”, aseguró, haciendo referencia al gobierno de Javier Milei y la situación económica crítica que atraviesa el país.

Presencia intergeneracional y federal

La movilización no solo incluyó a militantes históricos. Se vieron columnas organizadas de agrupaciones estudiantiles, movimientos sociales, sindicatos y ciudadanos comunes, muchos llegados desde distintos puntos del país. Jóvenes, adultos y jubilados compartían la misma indignación: “No van a borrar a Cristina en los tribunales lo que no pueden derrotar en las urnas”, decía Ana, docente de Avellaneda.

Desde un palco improvisado, hablaron también Máximo Kirchner, Axel Kicillof, y referentes sindicales como Pablo Moyano y Hugo Yasky, quienes coincidieron en señalar que la Corte “respondió a los mandatos del poder económico y mediático para forzar la proscripción de la única dirigente capaz de frenar el modelo de Milei”.

Una respuesta que trasciende la calle

La concentración en Matheu se replicó en ciudades como La Plata, Rosario, Córdoba, Tucumán y Mendoza, con movilizaciones espontáneas en plazas centrales y frente a tribunales federales. En redes sociales, el hashtag #CristinaNoEstáSola fue tendencia durante todo el día, mientras distintas personalidades de la cultura y los derechos humanos expresaron su solidaridad.

“Es una escena que recuerda a otros momentos oscuros de nuestra historia democrática. Una dirigente elegida dos veces por el pueblo, perseguida para evitar que vuelva al poder. Pero el pueblo está en la calle y eso es lo que importa”, señaló el historiador y periodista Hernán Brienza desde la movilización.

Un fallo que reabre una herida institucional

El fallo de la Corte Suprema, firmado por sus tres miembros activos, rechazó sin discusión los planteos de la defensa y validó la condena impuesta por el Tribunal Oral Federal 2. Organismos como el CELS y Amnistía Internacional han expresado preocupación por las garantías procesales del caso, mientras se espera que la defensa recurra a instancias internacionales.

La presencia en la calle, sin embargo, pareció dejar en claro que el respaldo a Cristina Kirchner trasciende el escenario judicial. Para muchos, es el reflejo de una lucha que excede a una persona y se vincula con la defensa de un proyecto político que, más allá de sus liderazgos, representa una opción frente a la profundización del modelo de exclusión.

“Proscribir no es vencer”, se leía en un cartel sostenido por una joven de 20 años. La frase sintetiza el sentimiento que recorrió a miles: frente a la proscripción, el pueblo responde con presencia y organización.

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