El estudio tiene por objetivo la investigación de posibles conexiones entre seres extintos, aproximadamente entre 90 y 70 millones de años atrás, con afecciones actuales. Los especalistas indicaron que encontraron especies con «mordiscos e infecciones».
El Aucasaurus presentaba una enfermedad congénita de desarrollo, el Elemgasem, se diagnostic|ó espondiloartropatía o espondiloartritis, una enfermedad que provoca la fusión de vértebras y la consiguiente inflamación, y el Quilmesaurus mostró signos de una patología que no pudo ser determinada.
La última fase del estudio consistió en la recopilación y el análisis estadístico de todas las enfermedades registradas en dinosaurios terópodos a nivel mundial, lo que permitió establecer la base de datos más completa hasta la fecha para este grupo de animales extintos.
Uno de los resultados «más importantes» fue poder establecer, a partir del análisis estadístico, correlaciones entre algunas enfermedades y el estilo de vida de estos depredadores activos en el pasado, sostuvieron desde el Conicet en un comunicado.
Entre otros resultados, «se encontró que algunos grupos de dinosaurios terópodos, como los tiranosáuridos, presentaban marcas de mordiscos con infecciones, lo que hace suponer que estos depredadores poseían una conducta social intraespecífica muy agresiva» y «en los alosáuridos, la elevada presencia de fracturas en los huesos de las extremidades posteriores indicaría un estilo de vida activo».
«Es un trabajo muy interesante ya que reúne especialidades de diferentes investigadores e intenta descubrir un poco las marcas que dejan en el esqueleto los comportamientos de los dinosaurios», dijo Diego Pol, investigador del Conicet del Museo Paleontológico «Egidio Feruglio» de Chubut y otro de los autores del estudio.
El equipo de investigación, que también contó con la participación de Ignacio Cerda, investigador del Conicet en el Instituto de Investigación en Paleontología y Biología (IIPG), y Filippo Bertozzo, del Royal Belgian Institute of Natural Sciences (Bélgica), destacó que estudiar las enfermedades de los dinosaurios podría arrojar luz sobre el origen de varias patologías actuales.