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Boludeces y mamarrachos | Por Horacio Verbitsky

Como los grandes líderes, de Churchill a Fidel Castro, de Roosevelt a Perón, Cristina dedicó su exposición en Plaza de Mayo a explicar. Quienes anhelaban algún pronunciamiento sobre candidaturas pueden seguir esperando: el plazo para su presentación es la medianoche del 24 de junio y Cristina no parece inclinada a acortarlo.

Entretanto, Wado de Pedro se afirma como la opción propia más potente y reúne apoyos de sindicalistas, empresarios, gobernadores e intendentes. La Vicepresidenta no cree conveniente desplazar de la provincia de Buenos Aires al gobernador Axel Kicillof, y sigue a la expectativa de las gestiones del Ministro de Economía, Sergio Tomás Massa, quien depende de cuatro factores:

  • El desborde inflacionario, que empeora la ya crítica distribución del ingreso.
  • El adelanto a junio de los desembolsos que el FMI debe hacer hasta fin de año y la autorización para utilizar más de la mitad de esos fondos para regular el mercado de cambios.
  • La extensión del swap de monedas con China.
  • La garantía del Banco de los BRICS (que preside Dilma Rousseff) para el financiamiento solicitado a bancos privados brasileños para las exportaciones a la Argentina.

Con una inflación anual que podría rondar el 120%, y aun superior en alimentos y bebidas, su candidatura presidencial se difumina. Massa podría aspirar, en cambio, a una senaduría por la provincia de Buenos Aires, lo cual lo pondría bien arriba en la línea de sucesión presidencial, durante un nuevo mandato que promete ser altamente conflictivo.

La demolición del Estado

Contra el discurso que achaca todos los males al estatismo, CFK recapituló que la peor crisis de la historia argentina, con el estallido de diciembre de 2001 y la confiscación de los depósitos bancarios, se desencadenó como consecuencia del proceso previo por el que los principales resortes de la economía fueron privatizados, de los que mencionó YPF, Aerolíneas Argentinas, el sistema previsional, Obras Sanitarias, el Correo, el espectro radioeléctrico. Y que fueron consecuencia del endeudamiento previo. Aquella no fue la crisis del estatismo, sino de su demolición.

Nada funcionaba y el Estado debió hacerse cargo de las víctimas de cada uno de esos procesos. Pagó los sueldos y el combustible de la línea aérea cuyos aviones y simuladores de vuelo el comprador español había saqueado; corrió con las jubilaciones de quienes perdieron el empleo y no pudieron hacer sus aportes previsionales; realizó las obras de saneamiento que el concesionario francés no cumplió; intervino la empresa postal para evitar la incomunicación del país. Terminó por recuperar el capital social que generaciones de argentinos acumularon en las empresas públicas y que el gobierno de Menem y Cavallo remató a precio vil para sostener el remedo de dolarización que fue la convertibilidad. Esos bienes preciosos se entregaron a cambio de papeles devaluados de la deuda externa contraída por la dictadura cívico-militar.

Si en los ’90 se pagó la deuda con las empresas públicas, la fantasía actual son los commodities. “Olvídense de eso porque, además, finalmente los commodities los terminan regulando los flujos financieros y siempre te acomodan para que sigas debiendo”, advirtió Cristina.

Hoy los discípulos y colaboradores de aquel ministro explican lo que van a hacer, dijo, en una alusión al asesoramiento de Roque Fernández y Carlos Rodríguez a Javier Milei, que no los cuenta en las filas de su mítica casta. Son dos nombres que calman los nervios de las patronales, inquietas por las extravagancias del candidato.

Taca taca

“Nosotros no entendemos de economía como ellos, no fuimos a la universidad, no tenemos el título de economistas. Es cierto: Kirchner era un simple abogado como yo, pero fuimos los kukas los que pagamos los depósitos a plazo fijo con el Boden 12. Néstor y Cristina. Anoten, genios de la economía. Garpamos nosotros la de ustedes. Nosotros los kukas, los perucas. Cuando Néstor llegó al gobierno y recibió la deuda soberana defaulteada más grande de la historia, 150% del Producto Bruto, la reestructuró contra viento y marea logrando la quita de capital e intereses más importante de la que se tenga memoria”, siguió CFK.

“Además decidió, junto al compañero Lula Da Silva, pagar al contado taca taca, la deuda con el Fondo Monetario Internacional. Es ahí cuando la Argentina y su gobierno votado en las urnas recuperan el timón de la economía. Y comienza un proceso de re-industrialización, de inclusión, de valor agregado, de tecnología, de repatriación de científicos e investigadores. De la construcción de una red social de inclusión para una sociedad que había sido devastada por la desocupación y la exclusión ¿Fue magia, somos unos genios? No, es el modelo de construcción de la sociedad, de producción, de valor agregado, de inclusión social, de sostenimiento de la industria nacional, de buenos salarios. No es pecado pagar buenos salarios. Y aquel gobierno termina con el mejor salario en dólares de toda Latinoamérica, con la mejor jubilación y con la mayor participación de los trabajadores en el Producto Bruto Interno, más del 51%”. Y con un nivel de endeudamiento ridículo de tan ínfimo, propio de una economía africana estrafalaria. Tampoco las familias y las empresas estaban endeudadas (como reconoció Nicolás Dujovne) porque además del alto salario de los trabajadores, la cobertura previsional era del 97%.

Cogobierno con el auditor

Al referirse al nuevo endeudamiento que contrajo el gobierno de Maurizio Macrì, la Vicepresidenta dijo que el FMI le otorgó el mayor préstamo de su historia para que pudiera ser reelecto (cosa que confesaron el propio Macrì y el delegado de Donald Trump en el Fondo Monetario, Mauricio Claver-Carone). Cierto, pero incompleto: ganara quien ganara las elecciones de 2019, la Argentina quedaría sometida a la voluntad del sistema financiero internacional. La previsible renegociación de un préstamo imposible de pagar impuso revisiones trimestrales, en cada una de las cuales el auditor externo que co-gobierna amplía sus exigencias (que el cardenal Mario Poli bendice como consensos, que contrapone a la repudiada confrontación).

Cristina habló más claro que nunca. “Todos saben las diferencias que he tenido y que tengo [con Alberto Fernández] y que no es necesario explicitarlas porque lo dije un 20 de diciembre [de 2020] en la Ciudad de La Plata, cuando terminaba la pandemia. ‘Va a haber crecimiento, pero, ojo, cuiden los precios de la economía porque si no, el crecimiento se lo van a llevar cuatro vivos’. La Argentina volvió a crecer porque, aún, a pesar de los errores, equivocaciones o diferencias este gobierno es infinitamente mejor de lo que hubiera sido otro de Mauricio Macri. Pero el crecimiento se lo están llevando cuatro vivos”.

Carita fea

Agregó que el problema actual más acuciante es la distribución del ingreso, imagen mucho más precisa que la referencia genérica a la inflación, que perjudica a algunos pero beneficia a otros. “Y para distribuir el ingreso muchas veces hay que ponerle carita fea a los que tienen mucho, porque no se trata de confrontar. ¿O por qué se creen que en mi segundo gobierno pudimos llegar al 51%? ¿O por qué creen que me odian, me persiguen y me proscriben? Por eso, porque nunca fui de ellos ni lo voy a ser hagan lo que hagan, me quieran matar, meter presa, nunca voy a ser de ellos. Yo soy del pueblo y de ahí no me muevo”. Esa frase suscitó la ovación más intensa de una plaza colmada como pocas veces, y de un palco que exhibía la diversidad de apoyos que CFK concita en el peronismo. No estaba la CGT (ofendida por una referencia de Cristina en televisión a sus coqueteos con Macrì), pero sí los dirigentes de los dos mayores gremios industriales, los metalúrgicos y los mecánicos de las fábricas de automotores, además de los representantes de la CTA y la Corriente Federal.

Al plantear la necesaria renovación del pacto democrático, expuso la necesidad de recuperar un Poder Judicial que se ha evaporado entre las tramoyas de una camarilla indigna para la historia de la Argentina. Cuando Kirchner llegó al Gobierno el presidente de la Corte Suprema de entonces lo amenazó con la dolarización, dijo, pero ni aquel tribunal cuyo juicio político impulsó Kirchner igualaba la indignidad “de este mamarracho que tenemos hoy”. Bajo el diluvio que arreciaba y sobre el final de su mensaje sólo agregó que “nunca se escuchó de ningún miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación las cosas que se saben y que nos enteramos todos los días” de su actual presidente, una referencia a las revelaciones del ex administrador del tribunal, Héctor Daniel Marchi, sobre las transacciones de cargos por fallos que atribuyó a Horacio Rosatti y a su operador Silvio Robles. Luego del acto dijo que era como si el predecesor de Marchi, Nicolás Reyes, hubiera declarado contra Julio Nazareno.

Con la mira en el largo plazo reiteró que más allá de los errores, equivocaciones, yerros de los poderes Ejecutivo y Legislativo, la sociedad conserva la garantía inamovible del voto. En oposición señaló “la rémora monárquica de personas que son designadas de por vida y que nunca más rinden cuentas a nadie ni a nada. No se saben sus declaraciones juradas, no se sabe dónde viven, no se sabe qué tienen. Eso no es de República, eso no es de democracia, pónganle el nombre que quieran”. Por eso, “tenemos que repensar el diseño institucional”.

¿Qué es el kirchnerismo?

Aunque el acto fue de homenaje a Kirchner, la Vicepresidenta se aventuró en un terreno que otras veces prefirió eludir, pero que el operativo de resignificación emprendido por la Casa Rosada y algunos ex ministros, como Matías Kulfas y Mr. MaGoo, torna imprescindible. “Muchos dicen que mi segundo gobierno no fue tan bueno como el de Néstor o como el primero mío. Tengo claro que es porque fue cuando más plata ganaron los trabajadores y cuando más podía ahorrar guita la gente. No tengo ninguna duda”. No lo dijo, pero fue a partir del conflicto con las patronales agropecuarias (que derivó en la renuncia de Alberto Fernández a la jefatura de gabinete) que realmente nació el kirchnerismo como movimiento nacional y popular, centrado en los trabajadores.

El día anterior, en una entrevista con La Nación, Alberto Fernández había dicho que él:

  • fue el garante ante el senador Eduardo Duhalde de la candidatura de Kirchner a la presidencia;
  • a pedido de Duhalde organizó el Grupo Calafate, para contener al sector progresista del peronismo que se estaba yendo con el Frepaso;
  • contuvo a Kirchner para que no se fuera en la segunda reunión del grupo, cuando Duhalde comenzó a hablar;
  • lo ayudó a construir su autoridad, a emanciparse de Duhalde y a esculpir su perfil progre;
  • llenó el gabinete con sus amigos del PJ porteño;
  • diseñó el recambio de la Corte Suprema menemista;
  • transformó el Salón Blanco de la Casa Rosada en un auditorio del rock nacional.
  • tuvo la idea de que Kirchner no buscara la reelección en 2007 y optara por la alternancia.
  • inventó la transversalidad con la UCR, o como decía Kirchner en su encantadora batalla perdida con la Real Academia de la Lengua, la “trambersabilidad”.
  • en 2008 sintió que “ya no me iba a poder quedar, porque había una lógica de mucha confrontación”.

Los recuerdos de Duhalde difieren. En una entrevista de julio de 2022 con Jorge Fontevecchia, el ex senador dijo que Fernández “equivocadamente creyó que fue jefe de gabinete de Kirchner. Él nunca fue. Se llamaría, pero Néstor no necesitaba a este hombre como jefe de gabinete. Tenía el cargo, pero ¿vos te creés que Néstor Kirchner le iba a consultar a este muchacho?” También dijo que “no hay que subestimar a Cristina”.

El mandatario está verde

El Presidente invitó por las redes antisociales al acto de la Plaza de Mayo, para honrar a Kirchner y escuchar a “su compañera de vida”. Este es el rol doméstico al que quisiera verla reducida este mandatario que cree haber “encabezado la ola verde”. Los grandes medios tardaron una semana en darse cuenta de que esa frase no era parte de un acercamiento, sino todo lo contrario.

Lentos pero inseguros, anunciaron que ella le contestaría desde la Plaza con una alusión a la fiesta de Olivos durante la pandemia, cosa que por supuesto no ocurrió. Entendieron más rápido cuando en una entrevista con María O’Donnell, Fernández afirmó que otorgar obras públicas a Lázaro Báez, con quien la familia Kirchner tenía negocios privados, era una falta ética. Este tarascón tiene por lo menos tres problemas:

  • como todos saben, fue su idolatrado Néstor quien llevó la relación con Báez;
  • ningún código de ética fundamenta el reproche, y
  • las obras viales fueron licitadas y adjudicadas por la provincia de Santa Cruz, no por el gobierno nacional.

Hasta el pocero de la Patagonia dictaminó que, luego de diez años de investigación, no habían conseguido ninguna prueba de que CFK hubiera tenido algo que ver con el lavado de dinero de Báez. Por supuesto, tanto Clarín cuanto La Nación presentaron el dictamen del fiscal Guillermo Marijuán como un regalo de Massa a Cristina. El respeto a la Justicia que declaman es tan selectivo como las filias y las fobias de esos medios.

Esas son algunas de las boludeces de los medios de comunicación a las que se refirió Cristina. El horror al silencio que padece la mayoría de los conductores de radio y televisión produce esos adefesios, cuando a falta de buena información, especulan con versiones y chimentos. No por casualidad el formato de los programas políticos (y varios de sus conductores) proviene de los magazines de la tarde sobre infidelidades y peleas entre galanes y modelos, donde importa el escándalo antes que la verificación. Si es falso, mejor, porque más violenta será la réplica.

En su columna del jueves en la tribuna escamoteada a Esmeralda Mitre, el historiador y periodista Carlos Pagni dijo que el gobierno nacional registra un rechazo del 95% de la población, mayor que el 92% con que se fue Fernando De la Rúa, y que esa pésima imagen no está asociada sólo al Presidente Alberto Fernández, sino también a su Vicepresidenta. Si eso fuera así no se explicaría la multitud que bajo una lluvia implacable cantó “Una más y no jodemos más” y “Cristina Presidenta”, con la esperanza de que vuelvan los días felices. De la Rúa terminó su gobierno matando gente en esa misma Plaza, tal como lo había comenzado, en el puente Corrientes-Resistencia. Varios de los ministros que lo acompañaron se postulan ahora para repetir o mejorar la hazaña, entre ellos Patio Bullrich, Ricardo López Murphy y Gerardo Morales. La ruptura del pacto democrático que también describió Cristina no se circunscribe a un grupo de pistoleros de poca monta.

Para quienes conocen bien esa historia, no hubo novedades en su enunciación. Pero en pleno proceso preelectoral para elegir a quienes gobernarán desde el año próximo, cuando los responsables de aquel desastre reaparecen como nacidos ayer con sus soluciones mágicas, esa enunciación constituye un acto invalorable de pedagogía popular. La Vicepresidenta instó a “construir organización, profundidad territorial, profundidad sectorial en los sindicatos, en las fábricas. Una sola persona no puede. Tiene que haber una organización. Tiene que haber cuadros que tomen la posta y lleven adelante el programa de gobierno que necesita la Argentina”. En otra nota de esta edición podés ver las muy buenas fotos que Luis Angeletti tomó el jueves en la Plaza, “la más triste que vi”, según su impresión. ¿Por qué?, le preguntamos. “La gente estaba muy triste, cómo despidiéndose de ella. La escuchaban y lloraban”, respondió.

El programa

Como viene haciéndolo desde hace meses, insistió en que era imprescindible desarrollar un programa, sobre tres o cuatro ejes, de los cuales mencionó:

  • Un programa propio de crecimiento, de industrialización, de innovación tecnológica, y no el que impone a todos sus deudores el FMI, que es imposible de pagar. Es imprescindible entonces la unidad nacional frente a eso. Fue un préstamo político y política también tiene que ser la solución. En todo caso que lo aten a un porcentaje de exportaciones, pero que dejen de querer dirigir la política y clausurarnos la industrialización del país y convertirnos únicamente en proveedores de materia prima. Somos 46 millones. No alcanza únicamente con la materia prima, tenemos que agregar valor, incorporarle tecnología para que haya trabajo de calidad y buenos salarios que es lo que el país necesita”.
  • Una alianza entre lo público y lo privado, como en otras economías hoy desarrolladas. “Tenemos recursos estratégicos extraordinarios. Gracias a los kukas también recuperamos Vaca Muerta. Recuperación kuka. Litio, materiales raros”. La mirada estratégica que propuso es que no sólo exploten la materia prima. “No digo que los autos eléctricos los hagan acá, pero por lo menos una parte de la batería o la batería entera”. Y fustigó a quienes celebran las legislaciones proteccionistas del litio de Bolivia y Chile, porque esas exigencias derivarían las inversiones extranjeras hacia la Argentina. “¡Qué vocación de colonia, hermano! ¡Qué vocación de volver a ser Potosí! Ponete en la cabeza ser Malasia, ser Corea pero, no volver a ser Potosí por favor”.

La semana pasada te contamos que Wado quedó a cargo de centralizar los aportes para el programa, y que uno de ellos provino del Centro de Economía Política (CEPA), que ya había trabajado en dos documentos programáticos: uno para la Asociación Bancaria, en 2021, que se puede ver aquí  y otro de hace sesenta días, con aportes para la Confederación de Sindicatos Industriales (CSIRA).

Estos son los diez puntos propuestos por el organismo que dirigen Hernán Letcher y Julia Strada y que deberían ser parte de acuerdos internos entre los distintos sectores del oficialismo:

  1. Renegociación con el FMI, de forma de garantizar la sostenibilidad del crecimiento con distribución y sin condicionalidades.
  2. Administración de dólares que incluya retenciones acordes al desarrollo nacional.
  3. Reforma tributaria con mejora de progresividad. Avanzar sobre beneficiarios finales de grupos económicos.
  4. Política monetaria con objetivo en el fortalecimiento del peso argentino, estabilidad financiera, acumulación de reservas, orientación del crédito a la diversificación de la matriz productiva y desarrollo económico con equidad social.
  5. Recuperar una equitativa participación del ingreso entre capital y trabajo. Recuperación del poder adquisitivo como motor de crecimiento económico.
  6. Orientar el crédito a la producción y que permita fortalecer el perfil productivo del país.
  7. Soberanía energética, que implique continuar con la expansión de la producción de hidrocarburos para generar divisas. Utilización de los recursos naturales con la finalidad en la industrialización de nuestro país.
  8. Impacto de la economía bimonetaria y rol de oligopolios/monopolios en la dinámica de formación de precios. Intervención en la cadena de valor.
  9. Recuperar el rol del Estado en la planificación de las políticas vinculadas al sistema de transporte y terminar de romper el esquema heredado de los años ’90 de desregulación y fragmentación del sector, dejando en manos del mercado las orientaciones principales. Conectividad federal para el desarrollo productivo.
  10. Regulación estatal del mercado inmobiliario y de los agentes financieros que intervienen en él. Políticas de acceso a la vivienda y sobre la vivienda ociosa.

Una vez acordadas las políticas económicas ineludibles comenzaría la elaboración definitiva del programa.

Fuente: Somos Radio

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