La tragedia humanitaria en la Franja de Gaza alcanza niveles alarmantes: al menos 67 niños han muerto por desnutrición severa en los últimos meses, informaron fuentes médicas locales, en medio de un cerco total impuesto por Israel que ya suma 133 días consecutivos. La situación, calificada por organizaciones internacionales como una de las hambrunas más devastadoras de la historia reciente, amenaza la vida de más de 650.000 niños menores de cinco años que se encuentran en riesgo inmediato de padecer desnutrición aguda.
Desde marzo, Gaza permanece completamente bloqueada, sin posibilidad de ingreso de alimentos, medicamentos ni combustible. Esta política ha generado una escasez absoluta de productos esenciales, provocando la desintegración del sistema sanitario y el colapso de los servicios de emergencia. Profesionales de la salud describen las escenas en los hospitales como desgarradoras: niños deshidratados, sin fuerzas ni respuesta, llegan a diario a centros de atención sin los recursos mínimos para ser tratados.
Más de 1,25 millones de personas viven bajo condiciones de hambruna extrema. Según informes de organizaciones humanitarias, el 96 por ciento de la población enfrenta una inseguridad alimentaria severa, mientras que más de un millón de niños son afectados directamente por la falta de alimentos y servicios médicos.
Yazan Mahmoud Atiya Abu Foul is one of thousands of children in Gaza suffering from famine and severe malnutrition. His frail body grows weaker each day as food supplies and healthcare collapse amid the total Israeli blockade on the region. pic.twitter.com/LeUxenTGsf
— Quds News Network (@QudsNen) July 12, 2025
“Estamos frente a una política sistemática de inanición”, denunció un portavoz de una organización de derechos humanos que opera en la región. Las rutas de distribución de alimentos para bebés, fórmulas terapéuticas, harina y otros productos esenciales se encuentran completamente bloqueadas. La situación, advierten los expertos, ha superado ya los estándares reconocidos de crisis humanitaria, colocándose en una categoría de emergencia extrema.
El silencio internacional frente a la creciente mortandad infantil y al deterioro de las condiciones de vida ha sido motivo de fuerte crítica por parte de activistas y organismos multilaterales, que insisten en la necesidad urgente de una intervención humanitaria efectiva.
Mientras el asedio continúa, la población civil paga el precio más alto: la vida de sus niños, convertidos en víctimas silenciosas de un conflicto que ha arrasado con toda posibilidad de supervivencia digna.
