La disputa por la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur entre Argentina y el Reino Unido tiene raíces históricas que se remontan al siglo XIX. Argentina declara su independencia en 1826 y hereda derechos sobre el territorio, considerando las islas como una extensión de su patrimonio territorial. Esta percepción se ve reafirmada con el establecimiento de una comandancia en 1820 y una población argentina en 1829.
En 1833 la soberanía argentina se vio abruptamente interrumpida con la ocupación británica. Argumentando una reclamación basada en una expedición anterior del siglo XVIII, Gran Bretaña expulsó a la población existente e instaló su propia administración.Desde entonces, la Argentina ha mantenido una constante y sostenida reclamación ante foros internacionales, argumentando la ilegitimidad de la ocupación británica y la violación del principio de integridad territorial.
En la década de 1960, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) instó a ambos países a negociar una solución pacífica al conflicto. Esta intervención reflejó la preocupación de la comunidad internacional por evitar una escalada de hostilidades. El llamado a la negociación ha sido un elemento central en la posición de Argentina en la cuestión de las Malvinas.
CONFLICTO ARMADO
El 2 de abril de 1982, las fuerzas argentinas desembarcaron en las Islas Malvinas, tomando el control de Puerto Argentino (Port Stanley). El Reino Unido respondió enviando una fuerza naval y militar para recuperar las islas. Durante los siguientes dos meses, se produjeron intensos combates terrestres, navales y aéreos.
En el marco del conflicto bélico, el ARA General Belgrano, un crucero de la Armada Argentina, se encontraba navegando fuera de la zona de exclusión establecida por el Reino Unido. El submarino nuclear británico HMS Conqueror recibió la orden de atacar al crucero. El navío se hundió rápidamente, causando la muerte de 323 tripulantes. Este hecho es recordado como una de las tragedias más grandes del conflicto de Malvinas.
Se produjeron intensos combates en Monte Longdon, Monte Dos Hermanas, Monte Harriet, Monte Tumbledown y otros puntos estratégicos, donde las fuerzas argentinas resistieron con valentía. No obstante, el 14 de junio de 1982, las fuerzas argentinas se rindieron y el Reino Unido retomó el control de las islas. El general Mario Benjamín Menéndez, gobernador militar de las islas, firmó la rendición ante el general Jeremy Moore, comandante de las fuerzas británicas. El conflicto dejó un saldo de 649 soldados argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños muertos.
Más allá de las consideraciones estratégicas y geopolíticas inherentes a la posesión del archipiélago, la decisión argentina de recurrir a la fuerza estuvo influenciada por factores internos, incluyendo la búsqueda de legitimidad por parte de la dictadura militar imperante. Por su parte, el Reino Unido, bajo el gobierno de Margaret Thatcher, buscó legitimar su economía endeble y estancada, su objetivo central fue el de reconstruir la confianza en la capacidad del Reino Unido para competir en una economía globalizada, redefiniendo así los fundamentos de su legitimidad económica.
LA POSTURA DE EE.UU Y CHILE
El rol de Estados Unidos en la Guerra de Malvinas respondió a complejos intereses geopolíticos. Si bien inicialmente intentó mediar en el conflicto, finalmente se inclinó a favor del Reino Unido, generando resentimiento en Argentina y América Latina.
Este apoyo se manifestó a través de la provisión de inteligencia crucial, incluyendo información satelital y análisis de comunicaciones, lo que permitió a las fuerzas británicas obtener una ventaja estratégica significativa en el campo de batalla. Además, Estados Unidos facilitó el acceso a equipamiento militar y logística, aunque de manera encubierta, para evitar comprometer públicamente su neutralidad.
La Doctrina Monroe, enunciada en 1823, proclamaba la oposición de los Estados Unidos a la injerencia de potencias europeas en el hemisferio occidental. Sin embargo, la disputa sobre la soberanía de las Islas Malvinas ejemplifica la selectiva aplicación, o la inacción deliberada, de esta doctrina por parte de los Estados Unidos. Aunque la disputa territorial se libraba entre Argentina, una nación americana, y el Reino Unido, una potencia europea, los Estados Unidos optó por un apoyo tácito a ésta última nación.
Chile, país limítrofe con Argentina, tuvo la misma postura que Estados Unidos. Al principio mantuvo una postura neutral, adhiriéndose al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). Sin embargo, en la práctica, el régimen de Augusto Pinochet facilitó secretamente información vital y apoyo logístico al Reino Unido.
Esta asistencia encubierta se fundamentó en varios factores. Primero, la rivalidad histórica y latente con Argentina por la disputa territorial del Beagle. Segundo, la afinidad ideológica y los lazos militares con el Reino Unido.
Si bien la información suministrada por Chile, especialmente a través de estaciones de radar, fue crucial para el éxito británico, esta colaboración se realizó con cautela y discreción. El gobierno chileno buscaba evitar una confrontación directa con Argentina, al mismo tiempo que aprovechaba la oportunidad para debilitar a un potencial adversario regional y fortalecer su relación con una potencia global.
EN TIEMPOS DE GUERRA, SOLIDARIDAD LATINOAMERICANA
La Guerra de las Malvinas no fue únicamente un conflicto entre Argentina y el Reino Unido. Constituyó un momento crucial que evidenció la complejidad de las relaciones interamericanas y, particularmente, la solidaridad de diversos países latinoamericanos hacia Argentina. La contienda desató un fervor patriótico y un sentimiento de hermandad regional que trascendió las fronteras.
El apoyo a Argentina se manifestó principalmente a través de canales diplomáticos, políticos y humanitarios. Países como Perú, Venezuela y Brasil, entre otros, ofrecieron apoyo logístico y asesoramiento militar. Otros, como México y Ecuador, expresaron su condena a la acción británica a través de organismos internacionales como la OEA y la ONU, abogando por una solución pacífica al conflicto y reconociendo los derechos argentinos sobre las islas.
Más allá del respaldo oficial, la sociedad civil latinoamericana demostró su solidaridad a través de colectas de fondos, envío de medicinas y alimentos, y la organización de campañas de apoyo moral a las tropas argentinas. Este fervor popular reflejó un sentimiento anti-colonialista compartido y una defensa de la soberanía nacional argentina.
La solidaridad expresada, tanto a nivel gubernamental como popular, demostró la existencia de una identidad regional compartida y la conciencia de una historia común marcada por la lucha contra la injerencia extranjera y la defensa de la autodeterminación.
EL ROL DE LA PROVINCIA FUEGUINA
La provincia, que tiene bajo su jurisdicción a las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, reafirma su compromiso con la recuperación del ejercicio efectivo de la soberanía argentina, un objetivo «permanente e irrenunciable» para el pueblo argentino, en consonancia con el derecho internacional.
«Somos la única provincia argentina con territorio ocupado militarmente por una potencia colonial. Conocemos el dolor de la guerra y tenemos el derecho de vivir en paz en la totalidad de nuestro territorio», expresa la provincia, abogando por una zona de paz, libre de armas de destrucción masiva en el Atlántico Sur.
Río Grande, ciudad fueguina, ostenta con orgullo el título de Capital Nacional de la Vigilia por la Gloriosa Gesta de Malvinas, reconocimiento otorgado por la Ley 26.846. Este título no es casualidad, sino el resultado de más de 30 años de una tradición profundamente arraigada en el corazón de sus habitantes. Cada año, la ciudad se convierte en el epicentro de una de las manifestaciones más emblemáticas del país, la Vigilia por Malvinas. Miles de personas se congregan para honrar la memoria de los héroes y heroínas que defendieron la soberanía argentina en las Islas Malvinas. La vigilia es un símbolo de resistencia, memoria y reclamo pacífico, uniendo a veteranos, familiares y ciudadanos en un emotivo homenaje.
