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Masacre de San Miguel del Monte: ¿La policía argentina fuera de control?

“A los pibes los mató la policía”, dijo a RT una de las abogadas de la familia, María del Carmen Verdú.


Era lunes en la madrugada y en el auto que conducía Aníbal por San Miguel del Monte (provincia de Buenos Aires) también iban Gonzalo, Camila, Danilo y Rocío. En el último video que grabaron con el celular se los veía tentados de la risa. Minutos después, casi todos morirían tras chocar contra un camión como consecuencia de una persecución policial: así fue primera versión de los hechos. Pero estaba incompleta. Pocas horas después se sabría que les dispararon. El caso generó un revuelo político en el país y movilizaciones: ¿Qué tipo de conducción hace el Gobierno de Argentina sobre las fuerzas de seguridad?

“A los pibes los mató la policía”, dijo a RT María del Carmen Verdú, una de las abogadas de las familias e integrante de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI). La única sobreviviente es Rocío, tiene 13 años y está internada en estado grave. Camila y Danilo tenían la misma edad que ella y Gonzalo, 14. Se conocían de la Escuela Media 1 de San Miguel del Monte. Aníbal, que iba al volante, tenía 22 y era de la Provincia de Misiones, estaba ahí para trabajar.

“Las primeras horas quisieron instalar que los chicos habían robado y el choque había sido producto de una persecución. Juro que no entendía nada. No podía ser cierto, no había ninguna posibilidad. Pero dejaron correr esa versión, hasta que comprendimos que se trataba de la monstruosidadde la Policía”, contó la madre de Camila en una carta abierta publicada en La Garganta Poderosa.

Fueron los propios vecinos los que empezaron a desarmar la versión policial. Contaron que habían escuchado disparos. Empezaron a mostrar videos. Algunos medios pequeños (como Agenda Sur) ayudaron a difundir. El mismo lunes los familiares se contactaron con la abogada. El panorama cada vez era más claro. No había sido un accidente de tránsito, tampoco solamente una persecución: “Se comprobó la falsedad absoluta de lo que informaba la policía, que había tenido una participación activa”, relató Verdú.

El jueves, el Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Cristian Ritondo, dijo que “el procedimiento que hizo la policía estuvo muy mal hecho” y pidió que la Justicia actuara. También anunció que los siete imputados y otros cinco efectivos ya no eran parte de la fuerza. A siete los detuvieron. La Jueza de Garantías de La Plata, Marcela Garmendia, acusó a cuatro de homicidio doblemente calificado, y a tres de encubrimiento y falsedad ideológica de instrumento público.

Paula Litvachky, directora del Área de Justicia y Seguridad del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), considera que nadie puede sorprenderse de que la policía dé una versión distinta a la real. “Esto es algo muy usual y se viene denunciando muy fuerte en relación a la Policía Bonaerense”, dijo a este medio.

Para ella subyace una idea de ‘desresponsabilización política’ respecto del hecho. O, en otras palabras, que el discurso del Gobierno es ‘nos mintieron, vamos a dejar que la Justicia actúe’, y no es así. “Esto es consecuencia de los mensajes políticos previos y el incentivo para que usen la fuerza de este modo”, definió.

Las pruebas aparecieron pronto. En los videos de las cámaras municipales se ve cómo se asoma un policía por la ventanilla del patrullero. “Eso sucede exactamente en el lugar en el que se encontraron cuatro vainas servidas”, contó Verdú. Según confirmó el fiscal general de La Plata, Héctor Bogliolo, en la autopsia se advirtió que una de las chicas tenía un disparo en el glúteo.

Pueblo chico y el preludio nacional de ‘Chocobar’

A San Miguel del Monte se lo conoce como ‘Monte’. Queda a 107 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y tiene alrededor de 21.000 habitantes, según el último censo. La noticia de la masacre “corrió como reguero de pólvora”, contó a RT Ezequiel, vecino de la localidad. Según relatan familiares y gente de la zona, los chicos y chicas habían ido a pasear. “Es un lugar chico, todo el mundo se conoce. Hay una laguna con asfalto alrededor a la que suele ir todo el pueblo, parece que ellos habían ido a andar en ‘skate’ (patineta)”, relató Ezequiel.

Lo que nadie entiende es qué pasó después. “La gente acá duerme con la puerta abierta, no es inseguro, no fue una situación que ameritara que la policía se sintiera en peligro”, agregó.

Verdú lamentó que “entre las víctimas no hay testigos”. La única sobreviviente está grave. “Lo que nos cuentan los familiares es que hubo algún antecedente de hostigamiento por parte de la policía, de pedir coimas al muchacho que manejaba por no tener todos los papeles del auto al día”, relató la abogada. Por eso, creen, podría haber decidido no parar ante el control policial. De todos modos, eso no explicaría nada: “Tenemos montones de casos de pibes que iban en un auto y a los que de repente la policía les empieza a disparar por las más variadas hipótesis”, relató.

Para Ezequiel, la sensación respecto a la policía cambió el último tiempo: “Si no parás, la policía tiene la facultad de poder actuar, cosa que antes no sucedía. Es muy diferente el poder que se le da a la policía, ahora hacen lo que quieren”, describió.

Verdú define lo que pasó como una consecuencia de que el Gobierno le diga explícitamente a la policía que en una persecución están habilitados a disparar. Y cuenta que la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, estos días “recorrió medios de comunicación diciendo que la Doctrina Chocobar es su paradigma de organización de las fuerzas de seguridad”.

Según el informe de CORREPI hay un caso cada 21 horas de personas muertas por represión. En el archivo que llevan adelante hace más de 30 años figura que “1.303 personas fueron asesinadas por el aparato represivo estatal durante la gestión de Cambiemos, entre el 10 de diciembre de 2015 y el 12 de febrero de 2019”. El ritmo se aceleró.

Así quedó el auto en el que viajaban los chicos en San Miguel del Monte

Al modo de concebir las fuerzas de seguridad se lo conoce con ese nombre debido al caso de Luis Chocobar, un policía que a fines de 2017 asesinó por la espalda a un hombre que había robado a un turista. El caso todavía está en la Justicia —lo acusan de homicidio agravado—, pero puso en debate la tensión entre ‘legítima defensa’ y ‘gatillo fácil’. “Los disparos no fueron para proteger la vida de la víctima ni para defenderse de una agresión”, sostienen el CELS y diversas organizaciones sociales. Pero el oficial fue respaldado por la Ministra Bullrich e incluso recibido a modo de felicitación por el propio presidente Mauricio Macri.

Hasta ahora, la posición de Bullrich se mantiene: “Ese policía estaba cumpliendo su deber. Y si a ese policía —cumpliendo su deber— no se lo protege, no va a haber policía que cumpla su deber”. Esto lo reiteró esta semana en el programa televisivo Corea del Centro.

“Lo que el Gobierno actual plantea es que no puede haber diferencias entre la autoridad política y la autoridad policial”, analizó Litvachky. “La forma de intervenir en seguridad es dejándoles a ellos hacer lo que quieren y darles directivas únicamente para lo que los ministerios precisan para comunicación política. Se nota la falta de control en la manera en que disponen la autoridad para que la policía tome las decisiones en relación a los operativos, en cómo les convalidan las versiones policiales tergiversadas, en cómo aceptan las resistencias a que se supervise el uso de las armas”, agregó.

La mentira inicial de la policía, para la abogada del CELS, demuestra la “falta de rendición de cuentas” del organismo de seguridad. “Lo que se busca cuando hay programas de control o monitoreo es que la autoridad política esté en el momento de los hechos y que no dependa de lo que le diga la policía. Es la esencial, en cualquier lugar del mundo donde existe un control democrático de las fuerzas”, explicó. Esa —aseguró— es la discusión política que hay que tener.

Después de los hechos, hubo movilizaciones en varios puntos del país y en las redes sociales se viralizó el testimonio del padre de Danilo. Cuenta que es ‘changarín’ (hace trabajos pequeños, esporádicos, cuando puede), que vende carnada, que su hijo tenía 13 años, que iba a la escuela. Que está destrozado, que no sabe qué decirle a sus otros nueve hijos. Que esa noche los nenes iban paseando contentos, despacito. Y que fue una persecución a muerte.

Julia Muriel Dominzain

Fuente: RT Actualidad 

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