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Manuel Belgrano: Su visión sobre el rol de la mujer y los pueblos originarios

El prócer promovía un rol diferente y activo para las mujeres, distinto al que le reservaba la sociedad de entonces. Reconocía la importancia de la educación de las mujeres y su aporte a la organización nacional. Al mismo tiempo, fue un acérrimo defensor de los derechos de los pueblos originarios. Sus ideas, revolucionarias y de avanzada para la época, ponían el foco en cuestiones que la mayoría ignoraba, y que tanto tienen que ver con la agenda de hoy.

En un territorio donde todo estaba por construirse, las ideas de Manuel Belgrano no descansaban nunca: soberanía, educación, Estado, relaciones exteriores, economía, derecho, pueblos originarios, recursos naturales, religión, Independencia. A cada idea dedicó palabras, escritos, acciones, disputas.

Si bien los devenires de la historia han ubicado a Domingo Faustino Sarmiento como el “padre de la educación”, lo cierto es que casi cien años antes Belgrano había fundado escuelas y avanzado en la construcción de una educación pública e inclusiva, necesaria para esa patria libre y soberana que se estaba fundando. Y para Belgrano, las mujeres, los niños, los pobres y los indígenas formaban parte de esa patria naciente.

El “bello sexo”

Belgrano defendía que las mujeres tenían que educarse y educar. El “bello sexo” -como las llamaba- debía mantenerse alejado de la ignorancia para atender la vida familiar y para participar, también, de la vida pública aunque sin descuidar su “vocación innata”: la crianza de los hijos.

En su periódico, el Correo de Comercio, Manuel Belgrano interpelaba a los hombres de Mayo a reflexionar sobre la educación de las mujeres.

“La naturaleza nos anuncia una mujer; muy pronto va a ser madre y a presentarnos conciudadanos en quienes debe inspirar las primeras ideas, ¿y qué ha de enseñarles, si a ella nada le han enseñado? ¿Cómo ha de desenrollar las virtudes morales y sociales, las cuales son las costumbres que están situadas en el fondo de los corazones de sus hijos?

¿Quién le ha dicho que esas virtudes son la justicia, la verdad, la buena fe, la decencia, la beneficencia, el espíritu, y que estas calidades son tan necesarias al hombre como la razón de que proceden? Ruboricémonos, pero digámoslo: nadie; y es tiempo ya de que se arbitren los medios de desviar un tan grave daño si se quiere que las buenas costumbres sean generales y uniformes”.

Inspirado por obra del humanista valenciano Juan Luis Vives quién recitaba que la mujer cristiana “aprenderá, pues la muchacha, juntamente letras, hilar y labrar, que son ejercicios muy honestos…”. Belgrano se ocupó de la educación de las niñas. Propuso la creación de escuelas gratuitas para ellas y promovió la enseñanza del tejido y del hilado para “combatir en ellas la ociosidad, y hacerlas útiles en su hogar, y permitirles ganarse la vida en forma decorosa y provechosa”. En aquel momento la posibilidad de contar con escuelas mixtas estaba muy lejos de las ideas de Belgrano.

Ejército de mujeres

Belgrano conoció de cerca la capacidad heroica de las mujeres y fue el único militar en nombrarlas capitanas de su ejército: Juana Azurduy, María Remedios del Valle y Martina Silva de Gurruchaga fueron reconocidas por Belgrano y, siglos más tarde, homenajeadas por la historia latinoamericana.

Se calcula que 120 mujeres estuvieron codo a codo en las tropas durante la batalla de Tucumán, y muchas otras se encargaron de realizar tareas de espionaje. Belgrano recibió por intermedio de ellas todas las noticias referentes al ejército realista así como información estratégica venida del Alto Perú.

Tal vez por ese reconocimiento al rol de las mujeres en los asuntos de la patira fue que las damas potosinas le obsequiaron a Belgrano la “Tarja de Potosí”, una extraordinaria joya de plata y oro macizo extraídas del Cerro Rico y dedicada al “Protector del Continente Americano”.

En su parte superior “La Tarja” tiene la figura de un rey Inca, como símbolo del proyecto americanista de Belgrano.

Belgrano y los pueblos originarios

Gracias a su trabajo como Secretario del Real Consulado de Buenos Aires, cargo que ejerció desde 1794 a 1809, Manuel Belgrano tuvo la oportunidad de visitar todas las provincias que formaban el entonces Virreinato del Río de La Plata. Recorrió las geografías, conversó con sus habitantes y conoció sus costumbres, problemáticas y diferentes formas de vida.

Tanto en sus diarios de viaje -elaborados como Memorias Consulares- como en la redacción de artículos para los periódicos locales, Manuel Belgrano se ocupó de la integración indígena.

En sus artículos para el periódico el Correo de Comercio elogió la educación de los indios pampas, que impartían amor a sus niños y contaban con una correcta organización gracias a la importante jefatura del cacique. A su vez, en sus Memorias Consulares de mediados de 1796, propicia la creación de una Escuela de Comercio y de una Escuela Práctica de Agricultores, instituciones que favorecerían la situación educativa, económica y social de los campesinos y de los indígenas, y fortalecerían a la patria gracias al fomento de la industria y del comercio.

Tras el triunfo de Revolución de Mayo, Belgrano fue enviado a una expedición a Paraguay. Durante esa campaña, en diciembre de 1810, redactó el Reglamento para el Régimen Político y Administrativo y Reforma de los Treinta Pueblos de las Misiones. En sus artículos sentaba posición sobre los derechos y obligaciones de los nativos:

“Art. 1: Todos los Naturales de Misiones son libres, gozarán de sus propiedades, y podrán disponer de ellas, como mejor les acomode…”.

“Art. 2: Desde hoy los liberto del tributo; y a todos los Treinta Pueblos, y sus respectivas jurisdicciones los exceptúo de todo impuesto por el espacio de diez años”.

“Art. 4: Respecto a haberse declarado en todo iguales a los Españoles que hemos tenido la gloria de nacer en el suelo de América, le: habilito para todos los empleos civiles, militares, y eclesiásticos…”.

Art. 5: A los Naturales se les darán gratuitamente las propiedades de las suertes de tierra…”.

La Monarquía Inca

Durante los debates previos a la declaración de la Independencia, Manuel Belgrano presentó a los congresales una nueva forma de organización de gobierno basada en una monarquía inca. Esa monarquía tendría sede en Cuzco -antigua capital del imperio- y tendría un carácter parlamentario.

El investigador y director del Museo Histórico Nacional, Gabriel Di Meglio, cuenta que Belgrano tenía conocimiento de que en Europa las monarquías discutían el retorno a las concepciones absolutistas anteriores a la Revolución Francesa. Por lo tanto, Belgrano consideró que lo mejor para la causa americana era tener un rey y una dinastía de linaje americano, y así lograr el apoyo de las poblaciones de Perú y del Altiplano en pos de lograr la independencia total del continente.

Los generales José de San Martín y Martín Miguel de Güemes apoyaron la propuesta de Belgrano. Pero en el Congreso de Tucumán, a pesar de que la mayoría de los diputados coicidía con Belgrano, el sector que no estaba de acuerdo -en su mayoría diputados porteños que buscaban mantener la centralidad de esta ciudad sobre el resto del país- logró rechazar la iniciativa.

El Himno Nacional Argentino y su mención a los Incas

En 1813 se creó la “Marcha patriótica”, actual Himno Nacional Argentino. Con letra de Vicente López y Planes y música de Blas Parera Coro, menciona en su versión original la siguiente estrofa:

“Se conmueven del Inca las tumbas
y en sus huesos revive el ardor,
lo que ve renovando a sus hijos
de la Patria el antiguo esplendor”.

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