El presidente de México explica que su rechazo a los golpes de Estado llevó a su Gobierno a otorgar asilo político al depuesto presidente de Bolivia, Evo Morales.
“Esto lo hacemos por convicción, pero también lo hacemos para que no se use la fuerza para destituir a una autoridad legal y legítimamente constituida”, aseguró el domingo el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
El mandatario mexicano, que hacía estas declaraciones durante un evento con grupos indígenas en Tlapa, estado de Guerrero, dijo que “no queremos aquí en México golpes de Estado, no queremos la imposición mediante la fuerza”.
De esa forma, López Obrador defendió una reforma constitucional que reduce los requisitos para poder organizar referéndums en México y que permite incluso revocar el mandato del presidente mediante una consulta ciudadana.
El gobernante cuyo mandato termina en 2024, dijo que se iba a someter a una consulta popular en el 2022. “Se le va a preguntar al pueblo, ¿quieres que continúe el presidente o que renuncie? Porque el pueblo pone y el pueblo quita y eso ya está establecido en la Constitución”, subrayó.
Esto lo hacemos por convicción, pero también lo hacemos para que no se use la fuerza para destituir a una autoridad legal y legítimamente constituida. No queremos aquí en México golpes de Estado, no queremos la imposición mediante la fuerza”, aseguró el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, al explicar la razón de haber concedido asilo al depuesto presidente de Bolivia, Evo Morales.
México, prosiguió el jefe de Estado, siguiendo la tradición histórica de política exterior, concedió asilo humanitario y político al presidente de Bolivia, Evo Morales.
López Obrador reconoció que el asilo a Morales ha provocado mucha polémica y criticó a la oposición por cuestionar la protección del político boliviano. Además, recordó que el Gobierno de México actuó conforme a la Constitución, que recoge el derecho de asilo, y a las convenciones de La Habana de 1928 y de Caracas de 1954.
La medida de México también provocó roces diplomáticos con el gobierno de facto de la autoproclamada presidenta boliviana, Jeanine Áñez, que criticó a la Adminstración de López Obrador por permitirle a Morales realizar comentarios que evidencian su “actividad conspirativa”.
Morales anunció el domingo 10 de noviembre su dimisión tras una ola de violencia perpetrada por grupos opositores que desconocían la reelección del mandatario andino en los comicios del 20 de octubre, y abandonó Bolivia el 11 de noviembre rumbo a México. La renuncia de Morales ha sido calificada como un “golpe de Estado” por varios Gobiernos y políticos latinoamericanos.