«Si bien Lagostena está preso, no es suficiente. Nunca dijo lo que hizo con el cuerpo. Hay algo que no está terminado», afirmó en diálogo con Télam María Ester Romero, quien apunta sus esperanzas a que algún complice del único condenado por el hecho «se quiebre».
POR IAN WERBIN
A 12 años del crimen de Érica Soriano, quien desapareció el 20 agosto de 2010 en el partido bonaerense de Lanús y nunca fue hallada, la madre pidió que la investigación continúe para saber qué sucedió con el cuerpo de su hija y sostuvo que «mantiene la esperanza» de que algún cómplice de Daniel Lagostena, el único condenado por el hecho, «se quiebre».
«Si bien Lagostena está preso, no es suficiente. Nunca dijo lo que hizo con el cuerpo. Hay algo que no está terminado», afirmó María Ester Romero, mamá de Érica Soriano, en una entrevista con Télam, en la que recordó con melancolía a su hija y sostuvo que «mientras haya tiempo, siempre se puede seguir la investigación».
En ese sentido, María Ester tiene la «convicción» de que el único condenado por el hecho contó con la ayuda del dueño de una funeraria para deshacerse el cuerpo de Érica.
«Una de las personas que debe ser investigada es Leonardo de Simone, que era quien estaba a cargo de la funeraria ‘La Paz’. Ese lugar anteriormente pertenecía a Daniel Lagostena», sostuvo la mujer, quien además reveló que ese hombre ahora vive en la casa que antes pertenecía al padre del presunto asesino.
«Si bien Lagostena nunca lo va a decir porque es un psicópata, puede haber gente alrededor que no lo sea y alguien hable o se quiebre. Esa es mi esperanza. Eso no me va a hacer recuperar a mi hija, pero no me gusta dejar las cosas a la mitad»
María Ester Romero
La madre de Érica agregó: «No está registrado que le haya comprado la casa al padre de Lagostena. Es muy raro. Yo creo que De Simone está muy implicado en lo que pasó con mi hija».
Al respecto, la mujer dijo que buscará contactarse en las próximas semanas con el fiscal de la causa, Gerardo Loureyro, para pedirle que reanude la investigación y confesó que sigue teniendo esperanzas de que «alguien hable o se quiebre» para terminar de determinar qué fue lo que pasó aquella noche del 20 de agosto del 2010.
«Si bien Lagostena nunca lo va a decir porque es un psicópata, puede haber gente alrededor que no lo sea y alguien hable o se quiebre. Esa es mi esperanza. Eso no me va a hacer recuperar a mi hija, pero no me gusta dejar las cosas a la mitad», aseguró.
El crimen y la investigación
En la investigación se acreditó que el 20 de agosto de 2010, Lagostena y Érica (30), entonces embarazada de dos meses y medio, llegaron a las 20.30 al domicilio que compartían en la calle Coronel Santiago 1433, en la localidad bonaerense de Lanús, tras visitar a un obstetra del Sanatorio Mater Dei, ubicado en el barrio porteño de Palermo.
Se estableció que a las 22.13 Érica habló con una amiga, quien luego declaró que se dio cuenta de que en el viaje iba manteniendo una pelea con Lagostena.
Cerca de la medianoche, el imputado comenzó a intercambiar mensajes con uno de sus sobrinos, con quien hasta entonces -según quedó acreditado en la investigación- no tenía un trato cotidiano ni habitual.
Alrededor de las 5 del día siguiente, un teléfono celular a nombre de la madre de ese joven registró llamadas salientes en el centro porteño y la Costanera Norte, y luego en Lanús, donde las intensidades de las comunicaciones despertaron la atención de los investigadores porque no era habitual el horario ni el patrón de las mismas.
Durante el juicio se analizaron los testimonios de más de 40 testigos y los mails intercambiados entre la pareja, tras los cuales se concluyó que la relación estaba atravesando una crisis por los celos y la desconfianza de Lagostena.